En el tribunal de la Haya se encuentra en estos días la denuncia del ex candidato César Acuña. El mismo hombre de la plata como cancha, de los plagios, de las donaciones, ha entablado un juicio al Estado peruano. La cosa comenzó después de que fue separado de la campaña política por entregar dinero contante y sonante, algo que estaba terminantemente prohibido. El señor Acuña no quiso hacer caso de la decisión del jurado electoral y realizó varias protestas a nivel nacional. Luego salió con que tenían que devolverle lo que ya había invertido en la justa electoral. La cantidad no era poca cosa pues ascendía a unos 10 millones de soles.

El señor Acuña, con facturas, recibos y otros documentos de compra y venta, exigió a las autoridades que en el término de la distancia le devolvieran ese dinero, más los 15 mil soles que había donado, pues no podía perder la inversión que había realizado pensando apoderarse de la presidencia de la república. Ese dinero era importante para él puesto que se trataba de una suma que iba a recuperar con creces en su momento. El,  que ganaba tanto dinero anualmente, no podía perder la plata que había gastado entusiastamente en su campaña. De manera que tenían que devolverle centavo tras centavo para que todo quedara conforme. El señor Acuña se empeñó tanto en la devolución de lo invertido que acudió a todas las entidades de la justicia nacional. Luego visitó los organismos internacionales hasta acabar en el tribunal hayista.

El serio tribunal de la Haya viene estudiando el caso con suma atención,  y hay rumores de que dará la razón al ex candidato. Pues nadie puede arrebatar así por así el derecho a la recuperación de las inversiones y a la ganancia durante el ejercicio del poder.