El incremento de los pobres del presente

En la tierra con mal acaba de aparecer una cifra feroz. La brutal demografía de la pobreza se incrementó con  44 millones de seres humanos más, que se adicionan a los pobres de antes, a los pobres de costumbre. La suma impresionante, que contradice todas, absolutamente todas, las estrategias para combatir dicha plaga, se presenta en países que crecen sin tregua, que tienen reservas a granel, que muestran cifras en azul y que avanzan por las sendas del progreso. Los voceros oficiales de dichos países defienden con uñas y garras las bondades del modelo empobrecedor basado en las falacias del libre mercado, el sistema chúcaro que impera en nuestro país desde hace años.

Los pobres de ahora mismo, de estos días, aparecen masivamente no porque sean torpes, haraganes, necios. Se incrementan debido a que el famoso mercado hace de las suyas y se elevan los precios de los alimentos y de los combustibles y campea la desocupación. Eso dice un vocero calificado del Banco Mundial. Nosotros agregamos que la pobreza, al menos en el Perú, se incrementa también por la manera bodeguera, binguera, asistencialista, clientelista y manipuladora con que tratan de acabar con ese flagelo los distintos gobiernos.  

El filosofo Séneca era un buen tipo. Tanto que tenía compasión por los pobres de su tiempo. Los consideraba sus hermanos, sus prójimos, y escribió condolido de esos destinos contrariados. Tanta lloronería, sin embargo, no le impidió vivir en la opulencia, a lo grande.  Algo de eso hay en los famosos y fallidos combates contra la pobreza de hoy. Bastante compasión, mucho palabreo.  Pero desde el bienestar personal y de grupo, desde el buen ingreso mensual y de las oportunidades dadas, desde intereses particulares que hacen que toda guerra contra la pobreza sea un conflicto inútil.