El término deriva de la voz latina incestus, que significa impuro, mancillado, y hace referencia a la relación sexual entre miembros de una misma familia. En este contexto, el concepto de familia incluye a los padres, hermanos, tíos y también a los abuelos. Aunque el incesto entre hermano y hermana es probablemente el más común, los casos que más se denuncian a las autoridades conciernen a la relación sexual entre un adulto y un niño.

El porcentaje de incestos solo puede conjeturarse, ya que los casos denunciados corresponden sólo a una pequeña fracción de la cifra global. Los cálculos indican que todos los años unos 50,000 menores son objeto de abusos sexuales por parte de sus padres o tutores, siendo presuntamente más elevado todavía el número de violaciones u hostigamiento sexual perpetrados por otros miembros de la familia. En un estudio sobre la violación de menores, el 32 % de los delitos fueron cometidos por un pariente.

El incesto no va ligado a la condición económica ni al grado de cultura de una familia. Si bien es posible que en el seno de las familias de la clase media o de la burguesía acomodada los casos de incesto se mantengan en secreto y no se denuncien a los tribunales, existen pruebas convincentes que el incesto puede afectar por igual a familias de todos los estamentos sociales. También, la mayor parte de los estudios demuestran que los padres que cometen incesto no tienen una libido aumentada ni una fijación en los niños o niñas como objetos sexuales.

El incesto reviste una pluralidad de manifestaciones. Por ejemplo, hay casos de incesto  que son hechos únicos y aislados  y que generan tanta ansiedad y culpa en los partícipes, que jamás vuelve a repetirse. Otras veces el incesto implica una relación prolongada en las que ambas partes están interesadas y no hay fuerza física.. También seda el incesto múltiple, cuando un padre acosa a varias hijas.

A menudo la conducta incestuosa empieza siendo una especie de juego a base de zalamerías, con prolongados besos, forcejeos y tocamiento genital más o menos solapado. Con el tiempo, estos actos adquieren un carácter declaradamente sexual, sin que medie ningún tipo de fuerza física. En otras ocasiones el incesto empieza de manera brusca. Puede que el padre esté borracho o haya tenido una fuerte discusión con su mujer o que decida valerse del sexo para castigar a su hija.

Estudios recientes indican que el incesto es particularmente corriente en el seno de familias reconstituidas, surgidas después de un nuevo matrimonio, tras la muerte o el divorcio de un cónyuge. En muchas de estas familias, el padrastro se ve abocado a la convivencia diaria con una hijastra adolescente, situación que probablemente favorece la excitación sexual.

La mayoría de los investigadores y médicos están de acuerdo  en que el incesto es una situación psicológica que acarrea varios traumas. Puede llevar al individuo al abuso de las drogas, la prostitución, los intentos de suicidio y a muchos más problemas.