«(…) Han pasado los años y es tiempo de contar lo que allí ocurrió y lo que sucedió después. Cómo fue aquel viaje que diversas publicaciones y documentos certifican. Y hablar también de lo que nadie registra ni recuerda, de aquello de lo que nadie tiene memoria ni aun conocimiento. Todos guardamos al menos un secreto. Algunos lo callamos toda la vida. Pero es mi obligación romper el largo silencio. Porque existen pecados y deudas de honor que alguna vez uno tiene que pagar.»

Roberto Reátegui escuchó por primera vez la historia que da vida a «El fantasma del Amazonas» hace como treinta años atrás. Un hombre llamado Alfonso Weninger, ya anciano, le comentó sobre el épico viaje del barco Yurimaguas, que hizo la primera travesía desde Iquitos hacia el Callao, tomando la ruta del océano Atlántico y pasando a través del Canal de Panamá, en 1916.

Los detalles de aquella travesía fueron tan fascinantes y emotivos que Reátegui (quien se había pasado la infancia y adolescencia escuchando relatos cotidianos sobre la Amazonía) decidió grabarlos. Durante tres días, Weninger y el periodista/narrador se sentaron a conversar sobre un hecho poco conocido en la historia. Los casetes con el testimonio del antiguo tripulante se fueron perdiendo conforme pasaban el tiempo y las mudanzas.

El periodista (de padres loretanos) se convirtió en un talentoso narrador, autor de Siete Pelícanos, Retro, Diva, entre otros, y estaba listo para comenzar varios otros proyectos. Un día, hace cuatro años, en una nueva mudanza, encontró los apuntes de aquella historia inicial. Supo en ese momento cuál iba a ser el tema de su nuevo libro.

Reátegui me cuenta estos datos con la concisión y parquedad, que lo caracteriza, pero al mismo tiempo lanzando datos y reflexiones con mucha lucidez. Recuerda que lo hecho por el Yurimaguas sin duda fue una proeza de la navegación nacional (ir de Lima a Iquitos por barco en las primeras décadas del siglo pasado era imposible, y el cruce a través de los Andes se hacía a pie, en mula, en un viaje que duraba más de dos meses).

Sin embargo, había algo más en la historia que es al final el hilo conductor de la historia: la intensa relación sentimental y emocional entre Miguel, un adolescente de 16 años, y María Santos, una mujer de treinta y dos años, de frágil estado físico pero enorme temple emocional, que buscaba a su marido. Ambos se encuentran en medio de la travesía y encuentran en ese destino emociones que los marcarán de por vida.

Hay que anotar que «El Fantasma del Amazonas» es una historia novelada, porque se nutre de elementos de la realidad (datos, fuentes, realidades fidedignas que Reátegui buscó con talento investigativo, en capitanías, en fuentes oficiales, en la Biblioteca Amazónica, entre Perú, Brasil e Inglaterra). Es una novela de aventuras, sin duda, en donde las situaciones de pasión y acción están marcados por el tempo y las vicisitudes del viaje del barco. En ese microcosmos que era la nave, conoces mucho a los demás, te reconoces o maldices a más, te aquietas o te desesperas. Juegas con el paso de las horas, te acostumbras a ellas, la haces tu aliada o compañera

Sin embargo, ante todo, creo que este es una emocionante y apasionante historia de amor, que entre los detalles y la gran cantidad de acciones va abriéndose lentamente, con sutileza, hacia una difícil, dura, tierna, frustrante, condenada de antemano relación entre dos seres, marcados cada uno por diversas situaciones. Miguel, por el futuro. María, por el pasado.

Dos corazones heridos, de algún modo, que se encuentran. Quizás demasiado pronto, quizás demasiado tarde.

Reátegui ha sabido manejar con extraordinario rigor y amplia capacidad estas complejas líneas que separan la realidad y la ficción. Cómo transformar una gesta de la constancia, un barco tripulado por aventureros, desafiando todas las prohibiciones y problemas y cómo esta locura se concatena con las historias individuales de María y Miguel, ambas unidas, incluso a pesar del uno, más que de la otra. Detrás de la investigación, la documentación y el intenso trabajo de corrección, se siente una gran motivación que lleva a la imaginación y a la diversión.

La historia de amor peculiar, un amor platónico, un amor prohibido incluso, que nos presenta «El fantasma del Amazonas» es de ese tipo de historias clásicas que te emocionan, te atrapan y, a veces, te duelen. Conforme vas adentrándote a la historia y la maraña del misterio empieza a descubrir las situaciones tal cual, como cartas marcadas, uno no puede evitar confundirse con alguno de los protagonistas. Es como desear que el amor y los sentimientos venzan a los obstáculos de la realidad, dura, cuadriculada y prejuiciosa.

Ya en las últimas páginas del libro tú sabes que las cosas no van a salir bien, pero tienes la esperanza de que algo bueno pase, que el amor triunfe. Y, de algún modo, el amor se impone, como metáfora, como guiño, como travesía que se mantiene a través del tiempo, en la memoria misma, como un puño que se agita dentro del alma. Y esta travesía, a través de las aguas y a través de las emociones, por ríos, canales, océanos, en medio de dolor, odio y personajes extraordinarios, te hace descubrir que seguimos teniendo una fascinación por aquello que nos estruje la vida.

«Yo era el único que conocía la verdad. El único que la ha sabido hasta ahora. Aún veo el destello de sus ojos asomando por última vez antes de hundirse en la oscuridad del Amazonas»

«El Fantasma del Amazonas» te estruja y te emociona. Y te deja un nudo en la garganta, una brasa ardiente en la memoria. Como pocas veces, la Amazonía te pierde, te recupera, te doblega, te acaricia y te deja ir, pero se queda para siempre dentro de ti. Roberto Reátegui te permite navegar a través de esas emociones, con la naturalidad que solo un narrador maduro y de consumado talento puede realizar.

Libro totalmente recomendado.