El dia perdido

La costumbre de las celebraciones, feriados o rojos que atraviesan cada año el calendario, no rinden frutos aceptables, ni conducen a nada valioso. Se gasta a manos llenas, se lanzan discursos, se golpean los pechos, se viaja a tal o cual parte,  y no pasa nada. Los males siguen con nosotros. En la  cuestión del medio ambiente, por ejemplo, los iquiteños andaríamos jalados con  rojo   si solo nos detendríamos en el famoso ruido nuestro de todos los días, todos los segundos. Entonces no vemos qué celebrar este 5 de junio, en medio de tanto alboroto, de tanta ofensa a los pobres oídos. Es como una burla de mal gusto referirnos a la defensa del lugar donde vivimos si  el resto del año no hacemos nada contra los males de siempre. Y si nos fijamos en la basura cotidiana, nos quedaríamos sin fiesta

Este 5 de junio en toda la tierra se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Por estos lares es un día perdido, una celebración que no sirve para casi nada. O, en todo caso, sirve para el anodino saludo a la bandera. Antes de los números y los actos de costumbre,  deberíamos repensar en esa y otras celebraciones que se han apoderado del calendario. No tiene sentido seguir en lo mismo, en la viejo moda de hacer esto y lo otro, pero sin tocar los temas de fondo. El Día  del Medio Ambiente es demasiado importante para todos y todas, y tiene que ver con la misma supervivencia de la especie  humana.

En el caso del ruido, para seguir con el ejemplo, no requerimos de campañas senibilizadoras,  de sentidas palabras que más parece ruegos.  Solamente se requiere hacer cumplir  la legislación vigente. En otros aspectos de defensa del Medio Ambiente, se requiere lo mismo. De lo contrario, esta y otras celebraciones seguirán siendo días perdidos.