Educación en varios actos

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Primer acto: David Gonzáles es el reportero de “La Karibeña” que, no solo por su slogan sino por su noticiero y más por su conductor Manuel Rosas, “sí suena”. David reporta con el mismo sensacionalismo de siempre que aun habiendo estudiado en el glorioso –hoy le dicen emblemático- Colegio Nacional de Iquitos todo le parece irreconocible porque luce nueva infraestructura. David no puede ubicar al director pero un docente le indica que el primero de marzo no comenzarán las clases porque los profesores –incluidos el director, subdirector, personal administrativo y de limpieza- están coordinando todos los detalles de la matrícula. Los alumnos tendrán que esperar el día siguiente y comprenderán que en este país las normas y las leyes se han hecho –como en las mejores mafias del narcotráfico, terrorismo y del contrabando- para incumplirlas.

Segundo acto: Gregoire Ross es desde hace varias semanas el conductor del noticiero de radio “La ribereña” que es una consecuencia lógica de la globalización radiofónica porque en esa misma frecuencia funcionaba hace pocos años “Radio Atlántida, la fabulosa” por cuyos micrófonos desfilaron los más connotados periodistas y también de los otros. Gregoire intenta vociferar pero su estilo se lo impide y haciendo grandes esfuerzos por parecer moderado informa que algunos profesores del Colegio Maynas protestan contra el director, a quien acusan de corrupto. Y lo hacen quemando llantas. Uno de ellos, con galonera en mano, hecha gasolina al fuego mientras otros colegas muestran indiferencia en tanto que al interior del colegio los pocos alumnos entonan las sagradas notas del himno nacional del Perú. Ignoramos si tanto los protestantes como el director y alumnos conocen que en estos tiempos de calentamiento global ya es una prohibición moral quemar llantas porque maltrata la capa de ozono.  Es decir, no es una moda ecológica sino una necesidad de supervivencia humana.

Tercer acto: Este columnista que también hace las veces de corresponsal de RPP tiene la misión de informar sobre el inicio del año escolar en la tierra del Dios del amor. Y hace un recorrido por distintos colegios. En la mayoría de ellos hay una tranquilidad que radialmente no es muy atractiva, sobr etodo si la información será para todo el Perú a la vez. Falta pocos minutos para que den el pase y hay que detenerse en un colegio donde se observa a padres de familia junto son sus hijos en una actitud radialmente explotable: golpean la puerta exigiendo que la abran porque han llegado un poquito tarde. El ingreso es hasta las 7 de la mañana. Son las 7 y 55 minutos de la mañana y todo el Perú se entera, por voz de una madre, que no es posible cerrar las puertas y que 55 minutos después es necesario que las abran “porque todo el tiempo ha sido así”. Una niña ingenua y tiernamente dice que desea estudiar y que se demoró un poquito. Directo en directo RPP Noticias desde Iquitos se termina diciendo mientras observo que llegan otros padres un poquito más tarde que los demás.

Cuarto acto: James Beuzeville conduce en condiciones técnicas precarias –según pública confesión- el noticiero de radio Diez durante tres horas de lunes a viernes. De 7 a 10 de la mañana Beuzeville es el mejor lector de publicidad que cualquier marca, chingana o transnacional desea, según coincidencia casi unánime de unos colegas que se reúnen cada cierto tiempo para criticar y alabar a los demás en forma plural. Beuzeville conversa con un padre de familia del Colegio Sagrado Corazón que tiene el penosísimo deber de informar que las clases no puede iniciarse porque no tienen servicios básicos de agua y luz, tan necesarios para cualquier colegio que se respete. Y se indica que se ha postergado el inicio hasta nuevo aviso. No hay fecha.

Si así está la educación en Iquitos donde profesores, directores, padres de familia y alumnos propiciamos información como los aquí narrados no hay duda que seguiremos en ese nada apreciable privilegio de ser los últimos entre los últimos. Si quiere puede derramar algunas lágrimas porque derramar lisuras puede deprimirle más.