El incumplimiento de los candidatos

En la peruanísima costumbre del incumplimiento los candidatos  no se quedan atrás. Faltando escasas horas para el día central de la votación, la mayoría no presenta sus balances o informes de gastos tal como estipula la ley electoral. Como si nada, como si no fuera una obligación aceptada por todos ellos, no se han dignado decir a los votantes de dónde han sacado los recursos económicos para tanto afiche, tanto bingo público, tanta rifa, tanta propaganda por distintos medios de comunicación, tanto escándalo con sus mítines huachafos,  sus fiestas estrafalarias, sus alquilados carros perifoneando sus supuestas bondades, donde resalta la palabra honestidad.

La palabra honestidad, precisamente, es entonces la que menos abunda en los candidatos que no muestran las cuentas claras e incumplen la ley.  Así permiten que la duda sobre sus verdaderas intenciones quede flotando en el ambiente de las ánforas electorales. De igual manera,  contribuyen a conservar la pésima opinión que tiene la gente de los políticos. Además, todo lo relacionado con el poderoso caballero que es don dinero queda en el misterio. Nadie entonces conoce cómo se financian esas campañas, quiénes son los padrinos, los inversionistas, los mecenas o como quiera llamarse a los que ponen el dinero contante  y sonante para vender la imagen de tal o cual candidato.

La gritada honestidad de los candidatos, propaganda sostenida y lanzada por ellos mismos, debería comenzar en el delicado asunto del dinero invertido en la campaña electoral. De lo contrario qué respeto puede tener una persona que arriba al poder violando la ley, ocultando a los que le patrocinan y financian, evitando el crucial tema de la trasparencia. ¿No es allí donde comienza el terrible flagelo de la corrupción?