La  peste  del  reeleccionismo

En la noche de la política peruana, en ese oficio de la desilusión constante, hay ahora una lacra obsesiva. Se trata de la búsqueda de la reelección. Mal de entonces y de todavía que agarra a todo aquel que ha disfrutado de las pequeñas o grandes gangas del poder. No hay político  que no aspire a repetir el plato del buen y  puntual sueldo, de la jugosa caja chica, del poco o mucho protagonismo en la vida regional o nacional, de la poca o nula actividad en el puesto o cargo. No hay nada que hacer. El ejercicio del poder, en cualquiera de sus variantes, atrae sin sosiego y sin piedad a los que conocen sus dudosos goces.

El poder es afrodisiaco, decía el ahora casi olvidado Henry Kissinger. Pero entre nosotros, traumatizados y subdesarrollados habitantes del tercer mundo, el ejercicio del poder es un vicio. El vicio de la reivindicación de caídas, de carencias, de desdichas, de dolores ocultos. Es como una revancha tardía alcanzar la gloria de un trono, de un escaño, de un sillón regional o consistorial. Es una vindicación personal. De allí que poco importe lo que se haga en el ejercicio de la función. Nada importa que nunca se cumplan las promesas hechas a los electores. Extraviados en esa encarnizada reivindicación, los reeleccionistas no quieren dejar la mamadera suculenta.

Hoy, vísperas de las nuevas elecciones, se  contempla esa peste en los parlamentarios amazónicos de repetir el plato. Ellos, como si formaran un colectivo aparte y secreto, no quieren dejar los escaños. No se les ocurre perder el suculento sueldo puntual.   Tampoco les interesa analizar lo que hicieron en cinco años en beneficio de la región. Les interesa seguir en el puesto aunque en el fondo sean nulidades que se suben al coro de los que mandan en el Congreso.

1 COMENTARIO

  1. Me apena mucho que un medio escrito tan ilustrado en la democracia y su historia como Pro & Contra, editorialice de manera tan tajante y negativa en cuanto a la reeelección parlamentaria. No quiero pensar que su enterado editorialista -que obviamente no es el director del diario- no conozca el importante papel que cumple la reelección parlamentaria en los países más adelantados del mundo. Y no me refiero sólo a adelanto económico sino también cultural. Dsede que la democracia representaiva se erigió como el menos malo de los sistemas conocidos de gobierno, específicamente en Inglaterra desde el siglo XVII, y alcanzó su cenit en el XIX, vemos que ha funcionado en otros países, tanto herederos de la revolución francesa como de la americana, teniendo como pilar la premisa que los electores tengan la posibilidad de reelegir libremente a aquellos que consideran conveniente que los representen. Esto ha ocurrido y sigue ocurriendo en las más avanzads democracias y existen tantos ejemplos de buenos parlamentarios que han dado cátedra de tales por muchos años en el mundo, siendo reelegidos, los cuales el señor editorialista por su erudición debe conocer de sobra. Pero sin ir tan lejos, en Loreto hemos tenido excelentes parlamentarios que han sido elegidos más de una vez cuando el pueblo ha visto su buen desempeño en el legislativo, y también, claro, hemos tenido de los otros. Por ello, me parece que descalificar a priori la reelección congresal es una opinión -respetable, por cierto- , pero que trasluce cierta arbitrariedad y generaliza de manera injusta, además que descalifica la democracia en su esencia, que es básicamente la libertad de elegir. Espero que este comentario sea publicado democráticamente y no sea el inicio de ninguna polémica que sólo beneficiaría a los que quisieran ver parlamentos disueltos en su visión autoritaria.

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