La liberacion tramposa

En el curioso Parlamento del Perú, en la nada eficaz Comisión de Justicia,  hay ahora un extraño proyecto de ley.  No todavía pasa al pleno y, en síntesis,   promueve la despenalización de las relaciones sexuales de las personas que oscilan entre los 14 y los 18 años.  Toda ley es una trampa, dicen los que saben. Pero este proyecto es tramposo, decimos nosotros. Porque pretende liberar los instintos a temprana edad, como si no estuvieran liberados a su suerte, produciendo desajustes sociales considerables que todavía no son tomados en serio.  Por ejemplo, un país ardoroso, disfrutante, carnal, que genera madres niñas y adolescentes.

El proyecto de marras debería tomar al toro por las astas y dejarse de supuestos modernidades gozadoras o amorosas y proponer la radicalización de la educación sexual entre los seres de 14 y 18 años.  Entre los adultos, también, que en general lucen una ignorancia espantosa sobre tema tan importante para la continuidad de la vida humana.  Es decir, debería modificar su contenido que parece incitar a un bacanal irresponsable del placer de la carne, a excesos sin medidas donde los adolescentes podrían sumergirse hasta el extravío. Ese proyecto debería, entonces, penalizar la ignorancia de los unos y los otros en el rubro sexual.  No despenalizar la sexualidad de gentes todavía inmaduras para ejercer función tan esencial.

Porque sería banalizar el placer entre el hombre y la mujer, el amor, el engendramiento. Es posible que una verdadera educación sexual, a la larga, evite del drama que genera un sexo animalizado, desenfrenado y sin contención. Es decir, miles de niños sin partida de nacimiento, sin paternidad reconocida, sin hogares adecuados, trabajando en oficios denigrantes, pidiendo limosnas por las calles del Señor.