Tarea de propietarios

Nunca, ni dormidos, los señores propietarios de los medios de comunicación locales deben olvidar la reciente recomendación de un representante del  Consejo de la Prensa Peruana.  En otras palabras, les dijo que dejaran de ser simples comerciantes del oficio, meros mercachifles de la profesión. Es decir, que por una determinada paga, una reunión de billetes de acuerdo a una tarifa,  no permitan que cualquier improvisado, que cualquier hijo de vecino, se adueñe de un espacio para emitir griterías de primate, sandeces al por mayor, vulgaridades ofensivas y cuanta tontería  pase por sus limitadas cabezas.

En la lamentable degradación del periodismo, en esa cotidianidad ruinosa, esos propietarios tienen una gran responsabilidad. De un tiempo a esta parte, como si se tratara de un joropo bárbaro, de un relajo gratuito, ciertos individuos que carecen de la vocación respectiva, de la preparación correspondiente, se convierten en dueños de programas de increíble mediocridad, de insultante pobreza, donde no escasea el plumífero al servicio de alguien, el descarado franelista, que levanta loas evidentes a alguna autoridad que paga sin demora el obsecuente servicio.

Nadie en su sano juicio puede negar que, a estas alturas y en pleno auge de las comunicaciones, el periodismo como oficio está desprestigiado. Carece de credibilidad en la población. Es también parte de ese censo de la derrota que afecta a las principales instituciones de este país, de esta región, de esta ciudad.  Y esos propietarios tienen que poner los bigotes y las barbas en remojo, para dejar de ser las principales puertas de entrada de esos parásitos que encuentran en el mal periodismo una manera de sobrevivir. Nunca, ni dormidos, esos propietarios de por acá, deben olvidar esa  puntual recomendación.