El papa Benedicto XVI comenzó el domingo con las celebraciones de la Semana Santa en medio de una de las crisis más graves que haya afrontado la Iglesia Católica en décadas, con cuestionamientos hacia el manejo que hizo de casos de sacerdotes pederastas y la aceptación de El Vaticano de que su “credibilidad moral se ha debilitado”.

Benedicto XVI no hizo mención del escándalo en su homilía del Domingo de Ramos, pero una de las oraciones, recitadas en portugués durante la misa, fue “por los jóvenes y por aquellos a cargo de educarlos y protegerlos”.

El Domingo de Ramos conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y marca el inicio de la Semana Santa, que incluye la representación de la crucifixión y muerte de Cristo el Viernes Santo y su resurrección dos días después, el Domingo de Pascua.

Este año, la semana más solemne del calendario litúrgico de la Iglesia Católica ha quedado empañada por una de sus peores crisis en décadas, tras acusaciones en múltiples países sobre centenares de presuntos abusos sexuales cometidos por sacerdotes, principalmente contra menores de edad.

El escándalo de abusos se ha propagado por toda Europa

El Vaticano se ha mantenido a la defensiva en medio de crecientes cuestionamientos sobre la forma en que el Papa manejó los casos de violaciones sexuales cuando fue arzobispo de Munich y cuando presidió la oficina doctrinal de El Vaticano, la llamada Congregación de la Doctrina de la Fe.  El ex cardenal Joseph Ratzinger fue arzobispo de Munich cuando se autorizó a un sacerdote que reanudara su trabajo pastoral con niños a pesar de que había recibido una terapia por pederastia. Este sacerdote fue declarado después culpable de violación de menores.

El domingo, la procesión de Benedicto XVI llegó a la Plaza de San Pedro para comenzar la misa del Domingo de Ramos. El Papa, vestido de blanco y dorado, saludó a los congregados que llevaban palmas y ramas de olivo. Durante su homilía, el Papa se dirigió a los jóvenes, como ha sido la tradición de dedicar el Domingo de Ramos a ese sector. Benedicto XVI recordó a los jóvenes que la vida cristiana es un camino, un peregrinaje, con Cristo: “Un andar en la dirección que ha escogido y nos ha mostrado”.

Cristo, agregó, guía a los fieles “hacia el valor que no nos deja ser intimidados por las conversaciones de opiniones dominantes, hacia la paciencia que apoya a los demás”.