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Todavía no son las dos de la tarde pero ya hemos prendido el televisor. Encendido el carbón, pero cada uno de los presentes en la casa tiene una cábala especial para aplicar.

La familia trabaja directamente sobre la carne como si fuera una posición marcada en la cancha. Cada uno repasa con atención y mucha concentración sus obligaciones. Ahí está el que se encarga de aliñar la ensalada; el que decide conseguir y armar el carbón, encender la fogata y en contra el fuego fatuo. Adicionalmente está siempre la mano firme y experta que tendrá la importante responsabilidad de asar las carnes y alguien quizás se encarga de las bebidas y refrescos.

Sin embargo, hay alguien que se encarga  de mantenernos al tanto de las previas del partido. Lo veo, con su atuendo especial, polito y gorrito de la blanquirroja, y siento que es el que va a recibir el mayor estrés.

Nos reunimos alrededor de la mesa servimos las diversas viandas y nos concentramos además de celebrar a los agasajados a mirar el televisor como una mezcla de entusiasmo escepticismo alegría tensión y por momentos justo esos aciagos momentos de frustración de ira que finalmente en esta ocasión terminan en una inmensa alegría que se traslada a nuestras sonrisas sino también a nuestras emociones

Miro a Perú jugar esta tarde y una serie de emociones vuelve a nosotros estamos celebrando el día del padre y sin embargo una de las alegrías que nos depara el domingo es ver a la selección.

Recuerdo entonces porque el fútbol es y sigue siendo un deporte rey. No solamente aglutina a la gente, sino también forma los lazos de la misma   hermandad cósmica.

Estoy esperando durante 40 minutos el almuerzo. Aún sigue dorándose el pollo. Pero, aún así el hambre y la espera, me parecen menos aburrido que este primer tiempo. La gente grita, putea, celebra.

Llega el segundo tiempo. Alguien dice que es el Día del Padre y los padres no pueden sufrir así justo en su celebración. Yo pienso que hasta el momento, lo mejor de Perú en toda la Copa América han sido Gallese, Cueva y Ascues, con bonus track para Guerrero (algunos me intercambiarían a Paolo por Joel Sánchez o Advíncula). Yo sigo las incidencias por Twitter, donde todo es más entretenido, como ustedes bien saben.

Los últimos segundos son de terror. Todos nos encomendamos a la Diosa Fortuna de Toño Vargas y queremos que se acabe de una vez. Y se acaba. Perú clasifica a los cuartos de final y hay júbilo. No importa si es un partido más. No importa si son solo por puntos. No importa si no es el Mundial. Eso es lo genial del fútbol. La sonrisa de mi viejo es la mejor prueba.