DOMESTICANDO EL TIEMPO II.

Los ojos del centralismo peruano tuvieron siempre una tesis refutable ante el estado solitario de la selva peruana, aquella dama solitaria y paciente que incomodaba con su silencio y hermosura a los ojos del progreso fantasma de un país por descubrirse a sí mismo. Entonces la selva peruana empezó a ser tentada por una república embrionaria para ser invadida. Corrían los años de 1853 y el Presidente Rufino Echenique sustentaba que la Amazonía debería tener “las atenciones más privilegiadas”, y que el Estado debería “procurar la explotación y población de las fértiles llanuras que riegan el Amazonas”. Para tal objetivo, Echenique aprueba la ley de colonización, repartija de la tierra selvática mediantes concesiones para la exploración y la navegación fluvial. Promulgada dicha ley el 15 de abril de 1853 constituye la primera ley que busca tener el control y la ocupación de la selva peruana, acto ineficaz en un tiempo pasado hasta ese momento, ya que se había ratificado el tratado de 1851  firmado con Brasil.

Entonces los vapores brasileros se preparan a navegar por la parte peruana del curso del Amazonas y para ello las pequeñas poblaciones de Nauta y Loreto son designadas como los puertos peruanos habilitados para el comercio internacional, sin excluir a las embarcaciones peruanas que también tenían el derecho de exploración por los afluentes del Amazonas. Para cumplimiento de dicha ley los barcos que deberían cumplir con la navegación por el Ucayali y Huallaga, y hacer suyo lo reglamentado, empezaron a ser construidos en la república de los Estados Unidos. La ley entonces aceleró mayores objetivos terminando por acelerar las negociaciones para contratar los servicios de una compañía de navegación que debía operar a lo largo del río Amazonas.

Entonces el presidente Rufino Echenique por el mismo año de 1853 crea la “Gobernación política y Militar de Loreto” para de esta manera dar mayor sostenimiento a la protección de extenso territorio que antes de ser creada como gobernación formaba parte de la jurisdicción del departamento de Amazonas. El desciframiento del territorio con sus diez distritos escasos de poblaciones donde solo anidaba la vida de unos cuantos remanentes producto del trabajo de los jesuitas, indios catequizados por la misiones jesuitas que ahora desde ese entonces eran parte de un país que geopolíticamente estaba ordenando su cuenta con el tiempo. La identidad propia empezaba a reflotar en aquellas aldeas dispersa a lo largo del Huallaga, Marañón y Ucayali.

Pero el vacío y el eco ajustado de aquellas voces dispersas a lo largo de la nueva gobernación militar de Loreto seguí aquejando a Rufino Echenique que con ansia de ver progreso en esa nueva gobernación empezó a contemplar la necesidad de colonizar con inmigrantes nacionales y extranjeros, de preferencia europeos. Este actuar inspirado en una ley autorizaba al Estado a firmar contratos con empresarios privados para reclutar y asentar colonos en la cuenca amazónica. A pesar de una eficiente campaña y de un pago considerado para este reclutamiento, no se logró atraer colonos, siendo un fracaso total la emitida intención de poblar con sangre extranjera y ajena al vacío terrestre de la Amazonía, por encontrarse demasiado aislada de los centros de comercio de la cual se requería para sobrevivir. Ni siquiera los vapores contratado por el gobierno en los Estados  Unidos tuvieron éxito en 1853 porque terminaron hundiéndose en 1857. Entonces el comercio en la Amazonia empezaba a ser insignificantes en cifras de ganancias nacionales. Solo el comercio interno duraba en su sistema de venta, trasladándose los productos caseros, de pesca, carbón y leña en canoas o pequeños veleros, convirtiendo a Loreto y Nauta en los más activos centros comerciales de la región.