[ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel].

Felícito Yanaqué, es un personaje de la última novela de Mario Vargas Llosa “El héroe indiscreto” que es dueño de «Transportes Narihualá», casado con Gertrudis y es padre de dos hijos. Uno de ellos, Miguel -cuya paternidad duda por sus rasgos blancos y porque la gestación forzó su matrimonio con Gertrudis- y Tiburcio. A pesar de su relación estable, este empresario goza de momentos de una juvenil felicidad en las visitas a su amante, Mabel. A esa amante le permite todo, hasta la infidelidad, bajo la justificación que le basta y sobra los momentos de placer que le otorga en sus visitas esporádicas. Como todo Piura conocía de esa relación clandestina, incluyendo los delincuentes extorsionadores, le juegan una malísima pasada al empresario: secuestran a su amante con la complicidad de la susodicha.

Más allá de los vericuetos policiales de la obra –donde reaparece el sargento Lituma, esa célebre creación del Nobel Peruano- hay unos pasajes que he recordado la tarde de ayer como si fuera una película. Y es cuando Felícito Yanaqué arranca en llanto por el amor de Mabel. Ni siquiera por el amor total sino por unos instantes, un fragmento de amor. Pero lo hace en la intimidad, ante el cuerpo deslumbrante de la amante que, por supuesto, guarda para ella esa situación. Y he recordado porque en Iquitos un hombre ha llorado pública y desconsoladamente por el amor de una mujer y le ha pedido en esa misma condición que regrese con él.

Nick Amaya ha recorrido los medios de comunicación –este diario no ha sido la excepción- implorando con lágrimas en los ojos y todo su rostro que su pareja regrese. Que ya no la maltratará y que hará todo lo posible para comprar la cocina que le ha solicitado. Ya la había comprado los platos. Pero –ya se sabe- los platos no son suficientes para llevar comida a la casa.

Incrédulo como soy a todo tipo de infidelidades y llanto público –como siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás, es decir “ver para creer”- me resisto a admitir la actitud de Nick a pesar que me muestran el informe para la televisión. A pesar de esas evidencias, quiero creer que el llanto de este hombre no es más que un sicosocial de algún político en problemas que en el día del hombre nos juega esta broma.