Desborde regional

Por:Moisés Panduro Coral

Un desborde regional se asoma en Loreto. Al cuestionamiento de la corrupción y la ineficiencia en el gobierno regional, que ha motivado varias paralizaciones convocadas por el Frente Patriótico de Loreto y otras organizaciones civiles, se suma ahora una verdadera marea de protestas en las provincias de este territorio amazónico, el más extenso del país, incluso en aquellas consideradas poco proclives a la protesta. En Iquitos, capital regional, no es para menos: con una obra de alcantarillado que ya lleva más de tres años en ejecución habiendo sido su plazo de 18 meses, con calles destruidas en las que se entierran tuberías y se arrellana asfalto sobre suelos flojos; con una planta de tratamiento de aguas residuales que tiene las paredes cuarteadas con la amenaza creciente de la llegada del mes de abril del 2014 en la que con seguridad explotará nuevamente como ya explotó en el mismo mes durante los años 2011, 2012 y 2013; con más de 700 millones de soles gastados y sin ninguna evidencia técnica de que funcione en las condiciones esperadas, sorprende que todavía no se haya desatado una convulsión social, tal vez porque aún está en ciernes.

En Yurimaguas, la segunda ciudad en población y en importancia económica de Loreto, la cosa estalló con ímpetu hace unas semanas atrás. Cansados de tanto trámite sin fin, de gestiones infructuosas, de corrupción y despreocupación por doquier, este valeroso pueblo se levantó para exigir atenciones del gobierno central y del gobierno regional. El momento más violento tuvo lugar el 21 de octubre último, cuando un enfrentamiento entre policías y manifestantes dejó el trágico saldo de un joven muerto y decenas de heridos. ¿Qué pide Yurimaguas?: entre otras cosas, la remodelación y modernización del hospital del MINSA que fue y sigue siendo caballito de batalla de electoreros angustiados por ganar votos; el funcionamiento de la Universidad de Alto Amazonas y la remoción de funcionarios del gobierno regional de Loreto en dicha ciudad. Hay en este momento una tensa espera, pues los plazos para el cumplimiento de estas reivindicaciones se están venciendo.

Ya antes, Requena, la Atenas del Ucayali, había sido el escenario de violentas protestas conducidas por dirigentes populares que denunciaron actos de corrupción en el gobierno local y en el gobierno regional de Loreto que merecen ser investigados. La ejecución de una obra de alcantarillado que al igual que en Iquitos ya lleva varios años, en la que el presupuesto ha sido licuado y sin la certidumbre de que funcione había colmado la paciencia de los hijos de esta tierra que hartos de la demagogia decidieron levantarse contra la inacción, la indiferencia y la falta de transparencia. Hay, igualmente, una espera inquieta por un anillo vial urbano que nunca se termina, y como producto de todo ese mejunje, dentro de poco, se prevé una ebullición social en la medida en que el pueblo considere que sus reclamos han caído en saco roto.

En Nauta, la ciudad más antigua de Loreto y capital de la provincia del mismo nombre, los vaivenes conflictivos vienen de atrás, desde una época en que esta provincia tenía un alcalde un mes, y al siguiente mes, otro; y para después, otro más. Pero es ahora cuando la magnitud de la rabia popular se denota completa. El poder judicial que aquí y en todas partes cohonesta latrocinios, -con la exención de los jueces probos – no ha tenido una actuación pulcra y con sentido de justicia en la demanda contra su autoridad local, según los denunciantes. Ello originó una protesta masiva que derivó en el incendio de la sede judicial y en enfrentamientos que dejaron el saldo lamentable de otro loretano fallecido, cientos de detenidos y una inestabilidad institucional que afecta la normalidad social y económica de esta cercana provincia.

En nuestra querida Contamana, capital de la provincia de Ucayali, la situación empieza a ponerse difícil después que unas lluvias de mediana intensidad desnudaran la deplorable condición de la obra de asfaltado de la carretera Contamana- Aguas Calientes que está a cargo del gobierno regional de Loreto con un monto de inversión superior a los 33 millones de soles. Las cunetas se están partiendo en pedazos, el asfalto se pierde entre los surcos que generan la erosión de las lluvias, y la frustración de la población está empezando a emerger. En Caballococha, capital de la provincia trifronteriza de Ramón Castilla, los vecinos siguen todavía oliendo los hedores de alcantarillas abiertas hace cinco años y escuchando los ecos de promesas incumplidas del llamado mandatario regional, caldo de cultivo de una futura revuelta social si no hay una solución en breve plazo.

Ahora se suma Datem del Marañón. Esta novísima provincia, y específicamente, su capital, San Lorenzo, lleva ya varios días de paro y lo último que sabemos es que la población continuará su medida de lucha hasta las últimas consecuencias. Curiosamente, esta provincia que ha sido visitada varias veces por delegaciones de congresistas, ministros y funcionarios de alto nivel, es el territorio donde se explotan los lotes petroleros más productivos, pero la gente sigue siendo pobre, olvidada, distante del Perú oficial. ¿Dónde y cómo es que se licúa el canon petrolero?. El clamor popular contra la autoridad local es intenso, sobre todo por una obra de alcantarillado que cuesta 42 millones de soles, y -como en la generalidad de los casos en Loreto-, no está concluida, están a medias, se han deteriorado o simplemente no funcionan. ¿Qué carajo pasa para que las inversiones en Loreto no tengan los resultados concretos que sí se obtienen en otras partes?.

Una de las respuestas, -insisto e insistiré en esto- es que la clase política regional es una cofradía de ambiciones sórdidas, una fachada bien maquillada de desvergonzados que ansían llevarse de encuentro el presupuesto público, un escaparate de parlanchines, cuyas mendacidades intelectuales y propositivas se cubren con cancioncitas electorales, con gestos bonachones, con dádivas y repartijas, con publicherris comprados en radio, televisión y prensa. No cubiertas las expectativas electorales, crece una rabia popular que cuestiona las fortunas ilícitas hechas con el canon petrolero, con la madera que desaparece, con la exoneración tributaria que forra bolsillos, mientras las condiciones de vida de los loretanos se mantienen estacionarias o han involucionado con respeto a décadas pasadas. Debe haber un punto de quiebre, como hemos dicho ya, en la evolución histórica de este territorio al que llamamos “patria chica”. Se necesita perseverancia, constancia, pedagogía política, fe, búsqueda de trascendencia, gestación de procesos. Ésa es nuestra tarea, pero fundamentalmente, es la tarea de la juventud en la que depositamos nuestra esperanza.