Por: Gianncarlo Scavino Mestanza. *

El marketing es una disciplina de la gestión administrativa moderna, más relacionada y más orientada hacia la gestión privada y comercial, pero que, por sus conceptos y técnicas, también son aplicadas al sector público o social.

Si debo responder a la pregunta ¿qué es el marketing? yo respondería: El marketing se centra en tres fases más una para crear un trébol virtuoso; primero es conocer, segundo es crear, tercero es satisfacer y cuarto es innovar.

Conocer que es lo que quiere el mercado (tu público potencial pero también tu actual cartera de clientes) que valora el posible comprador, cliente, consumidor o usuario, claro está, con todas sus demandas, incluso quejas, las mismas que marcan una línea base para mejorar; para luego crear productos o servicios a la medida o en el sano presupuesto viable, a la medida de un rentable segmento, a fin de satisfacerlos en su gran «mayoría».

Sumado a la constante y a veces «costosa y obligada» innovación que exige el mercado (llámese mercado a los clientes y empresas competidoras).

Todo esto, pregunto, ¿tiene relación con el sector público y social? La respuesta es SI, pues además que el sector público debe elevar la percepción de imagen positiva de la gestión hacia la población, hacia la masa en general, para lograr que funcione el aparato estatal, en sus diferentes niveles, es decir lograr la confianza de que en contraparte de los productos y servicios que le entrega el estado a los ciudadanos, pobladores, vecinos, éstos, puedan estar al día y/o pagar sus tributos a fin de que el sistema de desarrollo sea cíclico y ascendente. Esta es la gran diferencia del marketing político (antes, en campaña) ahora marketing de gobierno.

Pues como siempre se dice, una es con cajón y otra es con guitarra.

Sin duda existe la poderosa opinión pública, la misma que arremete pero que los especialistas en marketing debemos analizar para canalizar esas exigencias que deben convertirse en productos y/o servicios que satisfagan las necesidades, deseos o demandas de la población.

Eso tenemos como base del marketing político ahora convertido en marketing de gobierno, puesto que ello le dará a los comunicadores la «carne», el bendito contenido que evoca la inacabable forma de llegar a la población haciendo uso de las herramientas que ahora la tecnología, el internet y los medios convencionales permiten.

En ese contexto básico para entender al *marketing de gobierno*, podemos observar si es que los gobiernos actuales inspiran confianza desde sus plataformas de comunicación, ya que una cosa es *hacer y otra es comunicar lo que haces*, de nada servirá tener a los mejores comunicadores, periodistas, hasta influencers, sino tienes ejecutores capaces de entender la realidad para mejorar y avanzar, pero sobre todo EJECUTAR, ir dejando productos con resultados que en  gestión de gobierno marca la pauta para comunicar.

El marketing político que ahora lo entenderemos como marketing de gobierno es socio de la comunicación de gobierno y la misma exige no armarse de comunicadores solamente en las entidades públicas, si no de ejecutores o gestores de gobierno que vean sus funciones con la óptica más práctica y moderna, la que apunta al desarrollo y crecimiento de las mayorías, con concertación, pero con mucho análisis y datos estadísticos que sustentan las reformas, hechos prácticos y de voluntades que hablan con resultados y no con noticias genéricas, (famosos blufs noticiosos) que hacen daño al que salió elegido y mucho más daño a la población.

Necesitamos concretizar, ser precisos en gestión, específicos para avanzar, la comunicación amará al marketing, porque de esa manera comunicar será más placentero, incluso, SI HACES ACCIONES CONCRETAS Y DE ALTO IMPACTO POR EL BENEFICIO A LA SOCIEDAD,  la propia prensa te amará sin tener que condicionar ningún presupuesto para que hablen bien del gobierno de turno, o lo que es peor, para que se callen cuando la «friegan» en gestión, ¡¿si no creen!?, pregunten a Vanessa Terkes y al equipo de marketing de gobierno que acompaña a su esposo, el actual alcalde de la Victoria en Lima, él, marca la primera agenda y luego, son sus gestores quienes hacen la agenda del joven y deportista burgomaestre de la Rica Vicky,  esa es una consigna de gestión, mientras que por acá, aún falta poder de decisión.

* El autor es Director de GS MARKETING CONSULTORES