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No hay motivo más grande en la vida que ver a los niños felices, que puedan tener la posibilidad de jugar, de reír, de cantar, de pintar, de dibujar. Que los pequeños tengan derecho a estudiar y que todos hagamos el mayor de los esfuerzos porque así sea. Que los infantes disfruten y que los adultos también de esa dicha de poder acompañarlos y orientarlos. Ahí sobre el piso de la escuelita o la casa cuna del barrio. Bendito sea Dios porque a pesar de todo esta imagen no es fantasía, es una instantánea de la vida real.