[ Por: Gerald  Rodríguez. N].

Iquitos es una ciudad actual de mucho color tropical, creatividad e ironías,  de muchos misterios que no resolvieron su imagen cultural y que sigue aun buscándose; una ciudad ficticia y novelesca, que hasta su gente pareciese ser producto de la imaginación de un dios inexistente. Iquitos con su desorden y su pasado, en busca de sacarse la alienación y complejidad europea que desde su invasión fue determinada, y que ha sido un gran complejo para definirnos como amazónicos; Iquitos levantó un pie para dar un salto que le puso en un momento en los ojos del mundo.

La poesía de “Urcututu”, los jóvenes talentos del cine haciendo patria en otros lugares, las nuevas publicaciones de literatura y otros eventos que nos orgullece de ser loretanos, nos vuelve la vista a mirar hacia Iquitos como esa ciudad vestida de creatividad que no sabemos supimos verle con arte. Y es que no son solo los escritores nacidos en Iquitos los que ven en esta ciudad un hecho novelesco, épico o poético que les inspira decir unas cuantas cosas sobre esta ciudad, sino que Iquitos es eso, una ciudad de las fantasías menos imaginadas que está en nosotros pero que nosotros cada vez huimos para ser más reales en otros lugares. No queremos ser imaginación de esta bella ciudad, queremos ser reales en otras culturas.

El fantasma del Amazonas de Roberto Reátegui (Alfaguara-2014), es una novela de viaje con la proeza de un barco que sigue una ruta singular desde Iquitos para llegar hasta el puerto del Callao-Lima, en los años de 1916. Novela de viaje que nos recuerda los fantástico y novelesco que puede ser esta ciudad de Iquitos, nos acerca al fantasma que fue esta ciudad a inicios del siglo XX, cuando en Iquitos todo era posible; Iquitos una fábula escondida en el mundo que todos querían conocer, saber de sus misterios y teorías que esconde, como el soñado ideal medieval de los tesoros del Rey Salomón, personaje bíblico,  haya sido escondido en lo que hoy queda la reserva del Pacaya Samiria, de la misma que se ha dicho que también ahí quedó el famoso paraíso del Edén de donde fueron expulsado los desobedientes Adán y Eva. Entonces para llegar a soñar con lo imposible era primero llegar a Iquitos, ciudad que por los años de 1904, fue descrita como una población donde se fabricaba edificios lujoso de mal gusto; donde las lluvias formaban charcos en la calles, peligro para los transeúntes; o el agua potable que se consumía se juntaba desde un manantial llamado Sachachorro, según Carlos Larrabure y Correa.

La novela de Reátegui nos vuelve al retorno de aquel pasado de nuestra ciudad donde las aventuras y los ideales, así como el sueño del teniente Samuel Stilgich que creía que pronto se instalaría una línea continental de tren que no dejaría de unirse desde Aucayo con la frontera del sangriento Putumayo. Pues el viaje del Yurimaguas, barco de la compañía Adolfo Morey, de nacionalidad peruana no tuvo ningún reparo de hacer un sueño posible desde la ciudad de los ideales que es Iquitos, hasta la capital del Perú, pasando por el canal de Panamá, convirtiéndose todo eso en una soñada hazaña.