Esta es una historia peculiar que sucede en este lado del charco (que puede ser válida en otros contextos) que ilustra mucho del peso de la política y los largos, larguísimos, cables de esta para trabajar en el servicio público. Parece una historia de un país patrimonial – en el sentido weberiano, aquel que niega las capacidades y méritos de las personas basándose en el enchufe, privilegiando el amiguismo para un puesto frente a la cosa pública. Pero sucede en nuestros días. Resulta que el señor F hizo sus oposiciones como auxiliar de jardinería en la Comunidad Autónoma de G a la par se afilió a un partido político donde los enchufes son necesarios para trepar, perdón, para ascender en la carrera. Esta era una de sus mejores fortalezas del Señor F, ser palafrenero en el partido. Así llegó a puestos representativos en la Comunidad de G. Cierto día un barco carguero con petróleo tuvo una seria avería que no pudo acoderar en puerto con el mar revuelto, lo desviaron a alta mar. En el océano se hundió el barco con el fuel, ocurriendo que el fuel o chapapote llegó a las costas inundándolas las playas de negro y afectando seriamente a la pesca. La gestión del accidente antes y después fue pésima pero quien dio la cara fue el señor F que ocupaba uno de los puestos de gobierno. Es más, el gobierno de entonces banalizó el derrame a tiras de plastilina. Luego de mucha bulla no pasó nada. Es más, el electorado premió al gobierno conservador. Así con sus amigos en el gobierno el señor F fue premiado con un alto cargo en el Ministerio del Interior, es decir, lo ocurrido con el chapapote no fue determinante, pareciera ser un ligero incidente. En la localidad de Ceuta un grupo de personas desde Marruecos trataba de ingresar a la frontera a nado luego de sortear una valla como la que hay en Estados Unidos, las “fuerzas de seguridad” les esperaron con disparos de pelotas de goma, claro, hubo muertes por ahogamiento. El señor F, como no, salió a defender la actuación de las fuerzas de seguridad con total cinismo. Luego de la batahola armada no pasó nada. Vinieron unas elecciones en la cual el electorado español volvió a premiar al partido conservador, oportunidad para que el presidente de gobierno cambiara a algunos cuadros de gobierno. Silencio de unos meses. En plena crisis por el precio de la energía en España el señor F era nombrado consejero en una empresa eléctrica donde los partidos políticos (de los dos partidos hegemónicos en España) ponen a los enchufados de carné. El presidente de gobierno sumado a los políticos conservadores no tuvo ni hicieron una muesca de pudor para cuestionar esa puerta giratoria. Ya pasará el lío, rezongaron. Todo sigue igual sin contratiempos.

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