En un ambiente de camaradería, los principales candidatos, los que están en los primeros lugares según las encuestas hechas por ellos mismos, se realizará el urgente debate sobre la basura que en estos tiempos llega hasta los techos. Las pobres gentes tienen que cavar agujeros entre los desperdicios para poder salir cada día a sus labores si es que no están desocupados. En el parque de Quistococha se ejecutará el evento con la participación de un enorme gato negro, un gallo teretaño y cantador a cada rato, un pollo saludable, un gracioso cachorro, un pacífico y manso otorongo, un cuy robusto, una gallina nada clueca y muy ponedora.

Todo el mundo sabe que la modernidad ha alterado algo las costumbres políticas. Los que representan a los partidos o movimientos no son ya los candidatos de ayer, los caudillos locales que vivían de la grotesca pero rentable política. Los auténticos representantes de las agrupaciones que anhelan el poder y la merienda son los que antes eran aprovechados con descaro. Es decir, los animales. Ese cambio formidable sucedió gracias a la presión de colectivos que en toda la tierra defendían y defienden con uñas y garras a esos seres. En el presente, nadie puede utilizar impunemente el nombre de cualquier cuadrúpedo, porque de inmediato ese símbolo desplaza al que lo elige, gracias a la intervención de esos grupos alertas.

En el presente, los días del año son en realidad celebraciones a las cualidades de algún animal. El 2 de enero, por ejemplo, es el Día Mundial de la Hormiga. Donde destacados estudiosos de todo el mundo hablan y hablan sobre las cualidades laborales de ese animal que debería ser imitado masivamente. Ellos mismos impiden que en cualquier parte surja un partido o movimiento usando a la diligente hormiga como símbolo, porque sería una catástrofe.