cuentoPERIODISTA:

A través del relato que CHECHO está compartiendo con nosotros, estamos conociendo los terribles momentos que le tocaron vivir.

Cuando me enteré que CHECHO era una persona que no quería regresar a las filas de las FARC, creí que era un desertor o un desmovilizado más. Pensé que CHECHO era un muchacho sin ideales, sin educación y que solo buscaba la manera de cambiar de modo de vida en nuestro país.

Al ir escuchando su historia y la elocuencia con la cual describía los pasajes de su vida, pude notar que se trataba de una persona muy preparada que le gustaba la lectura y también los números. A pesar de no haber tenido una educación formal (en una escuela) fue bien instruido por su mentor a quien se refiere como “Negro Lucho”.

Ahora permítanme seguir relatando la historia contada por CHECHO utilizando su propia elocuencia.

…CHECHO tiene la palabra.

EL ESCAPE

La necesidad de ayuda normalmente nos hace buscar refugio en los seres más queridos, en los amigos y compañeros, hasta en nuestra tierra… nuestro país, y es lo primero que comenzamos a hacer, “Rafa” y yo, comenzamos a dirigirnos a nuestra tierra –Colombia- pensando que estaríamos mejor con los nuestros.

Con el propósito de integrarnos a una nueva compañía o columna de nuestro frente –el frente 48- continuamos con el calvario de ir movilizándonos con mucha cautela porque sabíamos que habían patrullas ecuatorianas que estarían peinando la zona.

“Rafa” –le tengo gran admiración y agradecimiento- como buen revolucionario alcanzo dos grandes proezas, hacer frente a una emboscada y cargar con un compañero herido…, por mis heridas de bala, si yo hubiese estado solo en la retirada no lo hubiese logrado.

A diferencia de Rafa, yo estaba concentrado en mitigar el dolor de las heridas que tenía y no en buscar un camino, o buscar lugares para descansar ni la forma de alimentarnos.

Por la pérdida de sangre estaba muy debilitado y tuve que tomar la decisión de decirle a Rafa, que me dejara para no retrasar su marcha –solo atino a mirarme- luego de un momento de silencio me dijo: ¿dígame la verdad?, ¿usted me dejaría si yo estuviera en su situación?… sé que él hubiera notado si mi respuesta hubiese sido una mentira… vamos me dijo, no malgastemos el tiempo ni las ideas en pensar cosas que no haré.

Rafa, se paró y muy enérgicamente me dijo:

“Sé la gravedad de sus heridas, que busca lo mejor para mí, que piensa que en este momento es una carga para mi…” pero también póngase en mi lugar… “acabamos de perder a nuestra segunda familia”, hemos perdido a las personas con quienes hemos pasado gran parte de nuestras vidas y al igual que para usted “Negro Lucho” también era como un padre para mí” ¡Usted es lo único que tengo ahora! siempre le he considerado como un hermano y usted sabe que no le abandonaré.

Pónganse en mi lugar, que puede uno decir luego de escuchar las palabras que “Rafa” me dijo.

UNA LUZ DE ESPERANZA

Luego de reflexionar sobre la conversación con Rafa, me concentré en ayudarle y poder despertar de esta pesadilla. Llegamos a un choza donde había una Doña de aspecto indígena de avanzada edad cuidando a unos niños, asumí que eran sus nietos.

La doña nos miró de una forma muy extraña y luego de notar que no éramos sus paisanos y ver la gravedad de mis heridas, nos dijo en forma de regañarnos ¡espero que estén luchando contra los que han destruido todo lo que teníamos!. La familia de la doña había sido afectada por las fumigaciones aéreas con glifosato, un químico que fue utilizado por las fuerzas militares colombianas para erradicar los cultivos de coca en la región.

La doña al igual que nosotros culpaba al gobierno de Colombia por las secuelas que había dejado la fumigación del letal químico que contaminó todo el ecosistema –animales, plantaciones, ríos y la tierra- de donde se proveían para subsistir. “Estábamos con una aliada”.

El lado maternal de la Doña hizo que revisará mis heridas, sin conocimientos médicos ni de primeros auxilios curó mis heridas y saco de una bolsa con pastillas donde afortunadamente tenía algunos antibióticos –amoxicilina- que ella guardaba para cuando se enfermaban los niños, nos dio de comer y nos pidió que nos fuéramos pronto porque no quería tener problemas con la justicia.

LA REFLEXIÓN

Con más lucidez nos dimos cuenta que luego del enfrentamiento las fuerzas militares ecuatorianas y colombianas estarían realizando operativos por la zonas aledañas, quizás buscando a los que pudieron haber escapado como nosotros.

Por otro lado, no sabíamos si los militares ecuatorianos habían encontrado los dos libros contables o indicios del nuevo movimiento revolucionario. De haber encontrado la información contable o del nuevo movimiento revolucionario quizás la noticia había sido difundida en los medios de comunicación y los líderes de las FARC se habían enterado del desvió de fondos que con “Negro Lucho” habíamos estado realizando.

“Rafa” y yo teníamos claro que si alguna noticia de esa índole había sido difundida en los medios de comunicación, el encontrarnos con alguna guerrilla de las FARC significaría nuestra condena a muerte por traición.

UN NUEVO CAMINO – DOS DIRECCIONES

Reorientamos el rumbo de nuestro escape con dirección al lado peruano -considerando que sería un lugar neutral luego del enfrentamiento- luego de mucha travesía llegamos a un caño donde encontramos una canoa amarrada, era el medio más arriesgado pero a la vez era el medio más rápido que podíamos usar para alejarnos del lugar.

Luego de varios días de navegar y con la ayuda de algunos indígenas pudimos llegar al río Aguarico y posteriormente al río Napo. No estoy muy seguro pero creo que era la comunidad de Rocafuerte donde Rafa pudo conseguir más medicamentos para evitar la infección a mis heridas.

Como ocurre en el campo, muchas veces los cazadores son heridos por perdigones y ese era mi relato; que varios perdigones habían destrozado mi codo, no creo que muchos creyeran la historia pero a nadie le interesaba saber más.

En los alrededores de un centro de salud una señora muy amable y de aspecto indígena al verme tratando de acomodar los vendajes de mi brazo -mientras me ayudaba- me pregunto qué me había pasado, al contarle la historia de los perdigones se sonrió con burla dándome a entender que sabía que le estaba mintiendo. No había notado que detrás de ella había un niño de dos años más o menos que me miraba con asombro… mientras su mamá acomodaba las vendas yo comencé a jugar con él con mi mano izquierda. Luego de agradecerle ella se retiró con el niño que volteaba a mirarme mientras se alejaban.

Con el dinero que “Rafa” traía me compro algunas medicinas.

Como habíamos acordado con Rafa -cuando yo me encontrará mejor y en un lugar seguro- él debía buscar a los otros líderes que trabajaban en coordinación con Negro Lucho.

Pensábamos que si la información de los libros contables se había difundido en los medios de comunicación era inevitable que el Movimiento de Liberación de Colombia – Ejército Revolucionario (MLC-ER) estaría iniciando sus actividades revolucionarias y necesitaría de todos sus revolucionarios.

Considerando mi situación física yo no podía integrarme a las filas del MLC-ER hasta estar recuperado.

El me dio la mayor parte del dinero que le quedaba –que en realidad no era mucho- y me indico que se había comunicado por teléfono con unos amigos suyos en Pantoja y me ayudarían hasta que él regresara. Los amigos de Rafa eran en realidad proveedores de municiones.

Yo sabía que nadie que está en actividades ilegales ayudaría a un herido de bala que no conoce. No le dije nada a Rafa porque consideré que era mejor que él pudiera regresar a Colombia con la esperanza que en algún momento regresaría por mí.

Nuevamente me tendría que separarme del único familiar que tenía, pero en esta ocasión era lo mejor para los dos.

“Rafa”, iría bordeando la frontera entre Perú y Ecuador hasta llegar a Colombia. Me abrazo con fuerza pero con cuidado de no presionar mi brazo herido y me dijo “volveré por ti”… ¡ambos tenemos el deber de luchar por el pueblo colombiano!… luego de ayudarme a subir a un peque peque que me llevaría a Pantoja se marchó… parece de película pero así fue.

CURANDO EL CORAZÓN – PARA PODER CURAR LAS HERIDAS

Aparentemente, mis heridas estaban cicatrizando pero no era así, con la mala alimentación, la pérdida de sangre, el calor y las lluvias, comenzaron a hacer estragos en mi cuerpo que con pocas defensas comenzaba a perder la lucha contra las infecciones propias de las heridas.

Luego de que el cuerpo deja de producir la adrenalina para mantenerte alerta y darte energía extra, las fiebres comenzaban a ser más elevadas y continuas, la fatiga mental me hacía tener leves desmayos y ya no tenía a alguien que esté pendiente de mí.

“Rafa”, se había marchado pensando que yo me estaba recuperando y con la seguridad de sus amigos me prestarían la ayuda necesaria para recuperarme.

“Rafa” había coordinado con el motorista del peque peque para que me dejara en la comunidad de Miraflores donde me esperaría “Juan” el amigo de Rafa. “Juan” que vivía en Pantoja iría hasta Miraflores para coordinar con sus familiares en esa comunidad que me den un lugar donde quedarme, me alimentaran y cuidaran hasta que me recupere.

Durante el viaje a la comunidad de Miraflores, fuimos alcanzados por una lluvia torrencial y comenzó a elevarse mi temperatura –la fiebre comenzaba a manifestase muy peligrosamente- para mi suerte entre los pasajeros que se desplazaban en el peque peque estaba la muchacha de aspecto indígena que me ayudo con mi vendaje en Ecuador. “María” es su nombre y es quien se hizo cargo de mí y es por ella que ahora yo les puedo estar contando mi historia.

Luego de pasar Pantoja llegamos hasta la comunidad de Miraflores donde supuestamente me estaría esperando “Juan” pero nadie me esperaba. En Miraflores se bajaron dos lugareños que regresaban de Ecuador abastecido de víveres, pero ni ellos ni los demás lugareños de Miraflores me daban referencias de “Juan”. Nadie me ofreció alberge para esperar a Juan, quizás porque sabían que era colombiano o quizás por estar enfermo.

“María”, una vez más fue mi salvación, vio que estaba afiebrado y totalmente solo por lugares que no conocía, me indico que la casa de sus padres estaba a unos veinte minutos río abajo donde podía permanecer hasta que “Juan” me buscara. Sin pensarlo dos veces acepte la invitación –realmente me sentía atraído a María- indicándole que no quería incomodarla, pero ella dijo que no había ningún problema.

Indique a los lugareños que cuando “Juan” llegue a buscarme le digan que estaría en la casa de María, que le estaría esperando, algunas me dijeron que no me preocupara que cuando “Juan” llegue le avisarían donde me iba a estar quedando. El motorista reinició la marcha a pesar del aluvión con la esperanza de llegar a los destinos de sus pasajeros antes del anochecer.

UN OASIS EN LA SELVA

Durante el recorrido a la casa de María no pude tener una conversación con ella, por la lluvia fuerte y el ruido del motor. Finalmente poco antes del atardecer el motorista se orilló a la altura de la casa de María. La esperaban sus padres y una hermana en apariencia mayor que María… me olvide por un momento de lo mal que estaba, de la fiebre y de la lluvia –quería ver si algún hombre esperaba a María y a su hijo- pero nada de eso ocurrió.

Los padres de María se sorprendieron cuando el peque peque se retiraba y yo permanecía ahí… ante ellos. Por un momento pensé… y si sale su marido y le reclama mi presencia… y si sus padres no quisieran que me quede con ellos… y otras preguntas similares, aunque les soy sincero más me preocupaba que tendría un esposo que la estuviera esperando.

María converso con sus padres mientras yo seguía bajo la lluvia, luego la familia entera me invito a entrar a su casa. Mientras María y Daniel –el hijo de María- se cambiaban la ropa mojada me trajeron ropa seca. La señora Nilda madre de María tenía la cena lista y nos llamó a la mesa. Luego de cambiarnos comenzamos a cenar, hacía mucho tiempo que no comía en una casa donde existía calor de hogar. Mientras cenábamos, Daniel, por cada bocado que comía me miraba con una expresión que no puedo explicar.

Paralelamente a todo lo que acontecía… la casa me parecía un oasis en el desierto que quería alcanzar. La casa y la familia en pleno trajo recuerdos de mi infancia que pensaba había borrado con todo lo que me había ocurrido.

EL DESAHOGO

Mientras cenábamos el señor Antonio padre de María fue muy claro y directo conmigo… me dijo, en esta casa todos son bienvenidos, tengo solo hijas mujeres así que para los hombres que llegan a esta casa hay reglas y normas, el hombre que llegue debe ser sincero con la familia y si tiene problemas debe estar dispuesto a ser sincero.

Mientras cenaba pensaba… el señor Antonio debe haber sido policía o militar quizás este en más problemas que antes.

María al ver mi cara de preocupación me dijo… es el momento para que nos cuentes lo que realmente te ocurrió, mi familia y yo no te juzgaremos.

Me sentí acorralado, pero luego pensé he luchado por mis compatriotas que están en las mismas condiciones de vida que esta familia, tengo claro que lo que hago es lo correcto… debo ser sincero con esta familia que me está brindando alimento y calor de hogar.

A pesar del malestar de la fiebre, pero un poco repuesto anímicamente por la cena y el calor familiar, comencé a contarles sobre la emboscada, como y porque llegue a Perú. Posteriormente les conté sobre las enseñanzas de Raúl Reyes que aprendí de Negro Lucho, las maniobras contables que realizábamos para financiar el nuevo Movimiento de Liberación de Colombia – Ejército Revolucionario (MLC-ER). Les explique que las actividades que realiza las FARC respecto al narcotráfico es un mal necesario para el financiamiento de la logística necesaria para mantener a todo su ejército; les explique que no estaba de acuerdo con estas actividades pero que por el momento es la única forma de poder financiar una revolución en nuestro país.

Llegó un momento, no podía contenerme más y comencé a desahogarme con ellos y contarles lo que llevaba adentro… como fui secuestrado, como fui reclutado por Negro Lucho y el sentimiento que me unía a él y a Rafa y que durante los últimos años estaba en contra de las actividades de secuestro, extorsión, asesinatos que las FARC habían realizado en mi país y en contra de mis compatriotas.

Les conté que el Movimiento de Liberación de Colombia – Ejército Revolucionario (MLC-ER) tiene una ideología diferente a la que actualmente es impartida en los adoctrinamientos que realiza las FARC. Que nosotros los del MLC-ER, protegeremos y lucharemos por los derechos de personas como ellos, a quienes el gobierno ha olvidado. Lucharemos para que la riqueza de Colombia se reparta a todos los colombianos y no sea un grupo en el poder y algunos empresarios los que estén beneficiados.

CALMA DESPUES DE LA TORMENTA

Luego que me desahogue con ellos hubo un instante de silenció y puede ver en sus rostros expresión de asombro y ternura hasta que el señor Antonio dijo: ¡no es nuestra guerra! … pero si tuviera veinte años menos lucharía a tu lado. Mencionó como era evidente que el gobierno peruano también los tienen olvidados que para recibir alguna ayuda tienen que estar pendientes de ver pasar el barco del gobierno e ir a Pantoja porque en su comunidad no se detiene.

Don Antonio comenzó a contarme parte de los problemas que aquejan a su comunidad y que muchas veces para aliviar sus necesidades básicas tienen que ir a Pantoja o hasta Ecuador. Don Antonio comentó que es incómodo para algunos de sus compatriotas que tiene que ir hasta Ecuador para abastecerse de víveres después de que muchos de los hombres de esas localidades habían combatido en la guerra contra Ecuador.

Don Antonio volvió a decirme “no es nuestra guerra” pero recalcó la siguiente frase “yo lucharía por los mismos ideales”, quede sorprendido cuando después de decir esto se me acercó me dio un abrazo y me dijo que era bienvenido en su casa.

Estaba exhausto pero con una tranquilidad en mi interior porque pude desahogarme de todo lo que tenía acumulado durante años. Este desahogo había consumido las pocas energías que me quedaban hasta el punto que no pude soportar más y me desmaye.

… CONTINUARÁ MAÑANA CON LA ÚLTIMA PARTE