“Cuando veas las barbas de tu vecino pelar…” (3)

Por Miguel DONAYRE PINEDO

Vaya época que vivimos. Lo que más sobresale es la precariedad en todos los sentidos, como los contratos laborales, cuando menos piensas estás en la calle. Gana la provisionalidad. Lo que es eterno un día al otro es efímero o al revés. La interinidad campea. Mundos de transición que no saben a dónde van. Sobresale una dura y densa capa de neblina. Dura travesía que requiere mapas y brújulas. El mercado exige que los artículos tengan fecha de caducidad, los más extremos y radicales señalan  que la caducidad se ha mimetizado en los matrimonios, estos nacen con esa pupa. Ya no es para siempre, quizás en los tiempos de mis padres. Hay nuevos matrimonios que llevan hijos de anteriores matrimonios que remecen los grados de parentesco o los matrimonios entre personas del mismo sexo que percuten con el sistema de familia patriarcal. Hasta el sexo es efímero, gaseoso. Así que “siempre”, es una palabra que hay que alejar de nuestro vocabulario o decirlo casi en susurro, como vamos puede parecer un vocablo perverso, de otros tiempos. Son paparruchadas narcisistas, reprocha alguien que está en el paro desde hace un par de meses y piensa que emigrar es la solución [lleva quince años en este vendaval: se divorció, se volvió a casar y ahora tiene nueva pareja, es un mozallón nicaragüense].  Son los nuevos tiempos donde todo se disuelve.