“Cuando veas las barbas de tu vecino pelar…” (2)

Por Miguel DONAYRE PINEDO

Eva Cifuentes Manjón, es una guapa muchacha que en la universidad estudió dos carreras: Derecho y Economía. Paralelamente, se apuntó a aprender idiomas. Dos como mínimo, eso exige el mercado, coño, chasquea el jefe. Inglés y francés. En sus estudios superiores pudo conseguir unas becas para la compra de libros que alivió el bolsillo de sus padres. Su padre trabajaba en una fábrica y su madre era ama de casa. Cuando egresó dela Uestudió dos posgrados y simultaneaba con trabajos a media jornada, para estudiar y trabajar. En sus tiempos libres colaboraba con una ONG con personas con discapacidad. A pesar de esos esfuerzos en grados y preparación su trabajo era de medio tiempo, claro, con una paga no muy allá. Por eso no podía independizarse de sus padres [se preguntaba sus padres con menos preparación académica pudieron acceder a préstamos y comprarse una vivienda y ella, ¿por qué, no?], seguía bajo el cobijo de ellos. Un buen día a punto de tomar vacaciones mientras realizaba unos trámites personales, le entra una llamada al móvil. Preguntan por ella y le dice una fría voz, que está despedida ¿? ¿Cómo? Sí, el lunes pasa a firmar el finiquito y a recoger tus cosas. A la puta calle. Fue un golpe en la mandíbula. Se quedó sin palabras y sin saber que hacer. Luego de poner sus ideas en orden fue al sindicato a preguntar sí podía hacer algo. La abogada consulta el contrato y le dice, que es un despido procedente por la naturaleza de su contrato, son contratos febles. Se siente indefensa. Son los tiempos líquidos.