En el catálogo de los desastres urbanos destaca la casa de 10 metros de ancho, 30 de largo y 5 de alto, que se estaba construyendo para albergar a los estudiantes del colegio Mariano Melgar de Punchana. Dicho inmueble estaba bastante avanzado, faltaba poco para que se inaugurara y se derrumbó debido a un viento inesperado. El incidente, que tuvo sus víctimas, hizo que el gobernador Fernando Meléndez ordenara la compra de nuevos horcones, nuevas tablas y nuevas hojas de irapay. Los constructores tuvieron mucho cuidado en no cometer los errores de la vez anterior y la casa se estaba levantado con la ayuda de expertos en hacer viviendas.

Pero, súbitamente, otro viento de la desgracia sopló hacia un amanecer y la casa volvió a caerse. No hubo víctimas que lamentar y de nuevo el gobernador ordenó que se adquirieran nuevos materiales y que se contratara ventajosamente los servicios de Olmex Escalante que tenía experiencia en asuntos de construcción ya que gustaba de hacer puentes. El aludido tuvo mucho cuidado en realizar la obra, reforzando las zonas endebles por donde podía infiltrarse la caída. Todo fue bien en esa nueva etapa de esa casa y las cosas estaban listas para la inauguración con su discurso, su brindis y su baile de amanecida.

Pero, sorpresivamente, una torrencial lluvia volvió a derrumbar a aquella casa. Las investigaciones no sacaron nada en claro y, lo peor de todo, fue que nunca más se pudo levantar ese albergue para los estudiantes de ese colegio deteriorado que también acabó derrumbándose una noche de vientos cruzados. El gobernador entró en trompo ante esa evidencia y contrató los servicios de adiestrados arquitectos, de eximios ingenieros civiles, de maestros techeros, para levantar de una vez por todas ese inmueble. Pero la casa acababa derrumbándose aunque no hubiera ni viento ni lluvia.

1 COMENTARIO

  1. Esta crónica muy bien escrita sobre la construcción de una casa, que a pesar de las buenas intenciones de los que mandan edificarla y de recurrir a los mejores constructores, esta se cae una y otra ves. Nos muestra a través de la analogía, el derrumbe moral en Iquitos, el mismo que es recurrente en todo el país. No se puede construir una casa firme, donde el suelo es inestable, así mismo, un pueblo no puede crecer y desarrollarse, cuando sus valores morales y éticos que representan el suelo firme a desaparecido. Pregunta para la siguiente crónica ¿La casa seguirá derrumbándose?, o sera edificada sobre la roca firme (Lc 6.47)

Los comentarios están cerrados.