Hace una semana que estoy en el sur del país, visitando a la familia después de muchos años, vaya que Tacna tiene sus encantos, pero lo que me llamó en esta oportunidad gratamente la atención es el nivel de seguridad ciudadana que existe en la ciudad. Ninguna noticia policial, ningún acto delincuencial. Qué envidia,  realmente.

El domingo nuevamente se registró un asalto en pleno centro de Iquitos, cruce de Moore con Putumayo. A punta de pistola se llevaron 40 mil soles. Y mientras eso es una constante en nuestra tierra, en la capital, frontera con Chile, los noticieros de radio Uno, Caplina y Exitosa no tienen información alguna de robos, asaltos, mucho menos heridos y muertos por delincuentes. La TV y diarios locales, al respecto tampoco dicen nada, lo que equivale a decir mucho. Lo policial no es la «pepa».

La ciudad heroica, está  en este nivel. Además debe influir fuertemente el hecho de que el 2017 ha ocupado el primer lugar en Educación. Los indicadores nacionales en prueba censal y mejora en varios aspectos de este sector son dignos de quitarse el sombrero. De eso te hablan los taxistas -este servicio de transportes es muy bueno e interesante-, las caseras en los mercados o en las ferias, el tacneño que peina canas y los estudiantes secundarios y universitarios.

En la capital de la región Tacna, uno puede caminar por sus calles, por sus atractivos, por sus plazas, sin ningún sobresalto. De hecho debe haber actos aislados, pero que pasan desapercibidos para la gran mayoría. Pero, qué pudo haber hecho esta patriótica ciudad para estar en este nivel, si su territorio regional es tres veces más pequeño que la provincia de Maynas. Qué tiene su gente, sus autoridades de dónde fueron traídas o sacadas. Cuál es el secreto o la clave, pues.

Por sus calles uno se cruza con compatriotas llegados de todas las regiones del país. Extranjeros en cantidad, sobre todo chilenos, pero también se encuentra con bolivianos, argentinos, paraguayos, brasileños y, claro, con venezolanos. Estadounidenses, filipinos, finlandeses, franceses y españoles. Es decir, uno no puede sorprenderse de esta situación. Digo esto, porque en la capital loretana uno de los pretextos que encontramos para justificar la delincuencia es que hay foráneos. Que somos una ciudad fronteriza y por lo tanto entran y salen cientos de personas y bla, bla, bla.

Mientras estaba ya de retorno en el bus con dirección a Lima, me hacia la  pregunta que caía de por sí de madura. Por qué en la «isla bonita» nuestras autoridades están en nada, siguen en lo mismo pese a las ene reuniones que llevan a cabo. De todos los niveles de decisión, cada vez que hay un hecho fuerte delictivo, se convocan y muchas asisten a regañadientes, solo para salir en la foto que será portada en los diarios al día siguiente. Solo, para ser motivo de entrevista en radio y televisión. Pero sin saldos en azul al respecto. Seguimos como seguimos en caída libre al abismo.

Los que aspiran a convertirse en nuestras próximas autoridades -las actuales ya fueron, ya huelen a intrascendentes-, deben averiguar, poner la mirada en experiencias positivas, gugleen, saquen datos e infórmense. Los iquiteños les agradeceremos. Prepárense para hacerle frente al principal problema que la ciudadanía identifica en nuestra región: la delincuencia.

Es vergonzoso e indignante, que gobernantes en todos los niveles lleguen y se vayan, pero sin solucionar la inseguridad ciudadana. Generales de la policía han desfilado por esta región con más pena que gloria. Muchos fiscales y jueces se han comportado escandalosamente a espaldas del pueblo. Por poco no condecoran a los ladrones, marcas y asesinos. Así estamos, por eso me miro en otros espejos.

@RMezaS

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