En cualquier sociedad moderna, el ejercicio del paro o la huelga es un derecho innegable, una medida indiscutible. El problema comienza cuando, fuera de cegueras y de triunfalismos, se hace un inventario o un balance de lo ganado o perdido. En el caso del SUTEP, combativo y constestatario gremio, ese balance arroja un saldo negativo. Poco o nada se ha conseguido hasta ahora con esas medidas que se repiten cada año como el ejercicio de un manual obsoleto, de un cronograma estéril. Las reivindicaciones justas,  las peticiones justas, son las mismas de siempre. Es decir, no se logró gran cosa con tantas medidas reiteradas.

Desde luego y para siempre, no estamos en contra de la protesta magisterial, no estamos en contra de las viejas y sentidas reivindicaciones de dicho gremio, no apoyamos a la ciega e inepta burocracia del sector que siempre se ha opuesto a mejorar las condiciones de vida y de oficio de los profesores. Estamos a favor de la eficacia de esa protesta. Por lo mismo, consideramos que la ardorosa dirigencia y las peleadoras bases deberían buscar otras formas de lucha que sean contundentes y que arranquen de una vez por todas las reivindicaciones anheladas. 

El pronunciamiento de oposición al paro de 24 horas anunciado para hoy miércoles, de parte de un colectivo de padres de familia, nos concede algo de razón en lo que decimos. Demuestra que el método de siempre no es eficaz ni vinculante. Dispersa el apoyo moral, genera descontento y rechazo. Excluye a  un sector importante que debería sumar en la lucha. Esa resta  debería ser considerada, con seriedad y fuera de sectarismos, por el gremio educativo, para después buscar otros medidas, otras rutas, donde al final se encuentre la victoria de su justa causa.