Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas

¿Es necesario un muerto, la toma de una carretera y que lo que esté en juego sea algo más valioso para que se llame la atención del Estado? ¿No importa la contaminación del ecosistema, la vida de los pobladores originarios, ni el bloqueo de río porque al final pierde poco o casi nada papá gobierno? Lamentablemente, creo que sí.

Una muestra de ello es, por ejemplo, aunque las comparaciones resulten odiosas, la forma en que el gobierno central trata la huelga indígena que ya va cercana a los dos meses y la protesta en Las Bambas que no llega al mes, la que  ha concitado mayor atención del gobierno.

La diferencia es sustancial. Las Bambas generan un ingreso económico por demás significativo al país y se suma a ella la muerte de un poblador, por lo que se hace necesaria la presencia del gobierno.

En Saramurillo no valen los días de paralización, la ruptura del oleoducto y la contaminación por consecuencia. No vale que los pobladores indígenas sean vistos como mendigos, a los que basta con darles arroz y frijol, para decir que ya se hizo mucho por ellos y que el Estado a través del gobierno está cumpliendo.

Hace dos semanas tuve la suerte de volver a Saramurillo. La primera vez, este “irresponsable” columnista acompañó al gobernador regional Fernando Meléndez y en una segunda, y espero no última oportunidad, llegamos por la ruta más distante, por río.

La semana que permanecimos en Saramurillo nos permitió, no del todo, tratar de entender la problemática y demanda de los pueblos indígenas. Aquellos a los que las autoridades de turno, se acuerdan cuando son candidatos y luego, si te vi, para qué me acuerdo.

Resulta paradójico que por ejemplo en la Batería N° 1 de Petroperú, el personal goce de buenas condiciones laborales y de vida, llámese buena agua, comida, aire acondicionado y otros servicios. Contrario a lo que padecen los pobladores de Saramuro y Saramurillo, uno tratado en forma diferente a la otra por la empresa petrolera, es decir con discriminación. Sí, la empresa Petroperú a la que muchos llamamos empresa de todos los peruanos. Cuando en la realidad pareciera que es una empresa solo para un grupo de personas.

Ni que hablar de la salud y de otras deficiencias. Quienes habitan en estos lugares, han visto salir ingentes cantidades de crudo, del llamado oro negro y no han visto hasta el momento mayor desarrollo. Más allá del avasallamiento de empresas de telecomunicaciones. Si de servicios básicos se trata, las comunidades ubicadas en el radio de acción de las empresas petroleras, de nada les ha servido la presencia de las empresas transnacionales.

A casi dos meses de huelga indefinida indígena ya no se sabe cómo será el actuar de las autoridades de ejecutivo. Varias voces se han alzado demandando la atención a la demanda de los pueblos indígenas. Solo queda esperar a la santa paciencia de las autoridades nacionales que ojalá cuando quieran mirar hacia esta parte del país no sea demasiado tarde.

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