Hector Tintaya. Periodista. redactor de buena pluma, actualmente es uno de nuestros columnistas desde 'la república' de Arequipa.
Hector Tintaya. Periodista. redactor de buena pluma, actualmente es uno de nuestros columnistas desde ‘la república’ de Arequipa.

Los periodistas de regiones nos contagiamos también de los lobotomizados de la prensa nacional. Claro que sí. Es más muchos de los formatos cuestionados en las mejores universidades y que en su momento se practicaron en provincias con religiosidad, han sido tomados por medios capitalinos como una especie transferencia migratoria natural por el cual atraviesa nuestra sociedad en varios campos de la vida nacional.

Es un cordón umbilical donde nos alimentamos en ambos sentidos, sólo que las luces de neón limeños las activan recreando que se trata de una construcción suya. Al amplificarlos se merecen ser dueños de la criatura. Noticieros que no filtran comentarios, locutores rimbombantes con un lenguaje popular con una agudeza que limita con la malcriadez, jergas y mucha supuesta amicalidad son estereotipos que con saco y corbata se mutan y se legitiman como apropiado por ser una cadena nacional donde se difunden.

Es normal y hasta tiene cierto mérito. En ese sentido la selva ha sido partera natural e irreconocida  de muchos de estos formatos. Lo malo que la carne siempre viene con hueso y como ya dijimos se trata de un cordón umbilical, mucho teníamos que alimentarnos de este periodismo, pero también vomitar (en un plural de la modestia.

Un factor lejos de Limaa fue conectarse con el poder económico y político mayor y real. Si los medios de provincias, como es normal en el ejercicio de la profesión y en especial  a nivel de los propietarios, coordinaban con los poderes locales líneas de información, influían o recreaban y en el peor de los casos manipulaban esta información, ese, hasta hace unas décadas, no pasaba de ser local.

Ese radio de efecto los empoderaba y les daba glamour de quinta, pero no pasaba de ser un cacicazgo limitado. Sin embargo cuando el poder se centraliza por efectos de ejercerlo con mayor control por parte del poder político – a diferencia de lo que uno podría pensar con esto de la globalización – los medios locales que acariciaban un poquito los nexos del poder nacional a través de sus representantes, nexos comerciales o promoviendo líderes que tengan incidencia en la presencia nacional, también se transformaron.

¿Se jodieron más los periodistas con este nuevo plano que se configuró? Se podría decir que sí, pero la vorágine de la información y la manera como obtenerla ha sido un distractivo para leer que está sucediendo con estos nuevos estilos. Estamos ingresando a uniformizar los criterios sin pensar que esto signifique que sean mejores. ¿Cómo se identifica esto de manera real y concreta? Crear o recrear una información sin que esta tenga el valor de interés público es el mejor ejemplo.

La excusa infantil y denigrante para el periodismo es justificar este procedimiento indicando que la persona o acción es pública, por más íntimo que sea su abordaje. Ventilar la infidelidad de un personaje, por ejemplo, que tiene cierto carácter de funcionario público justifica el escrutinio de los por menores de su relación, la mofa de la circunstancia y el afán del sensacionalismo muchas veces se escuda tras una presentación formal, con corbata y en set nacional  sin mucho juicio de valor pero con la misma intención del reportero de arrabal.

En estos fenómenos nos encuentra el 23 aniversario del diario Pro y Contra de Iquitos. El medio con mayor influencia social, digital y más agudo de la capital amazónica. Mucho se puede decir de su tratamiento de información en los últimos años, precisamente en el marco de la descripción que se hace en esta columna. Sin embargo no hay nivel de duda en cuanto al afán de contribuir, con todos sus tropiezos, a mejorar el periodismo desde el rincón más alejado del país.

No hay punto de comparación en función a otros medios de la región donde se discute la información con mayor debate acerca de sus causas y consecuencias. Mientras otros sólo ven la venganza y el negocio disfrazado de objetividad primaria, el diario asume los retos que muchas veces son debilidades porque está en esa permanente construcción de hacer mejor las cosas. La diferencia es talvez que se quiere anteponer los valores del periodismo, muchas veces se quedan (nos quedamos) en el camino, pero no hay otro medio que puede decir lo  mismo. Felicidades a esa gente y que vayan destapando las botellas, porque si de eso se asemeja el diario a los de verdad y de antaño, es festejar como se debe.

elescribidor3@hotmail.com