En el atlas reproductivo, como candente y desatada región Loreto,  ocupamos los primeros lugares. En darle gusto a la jugosa carne, en disfrutar de los placeres del sexo, nadie nos podría ganar nunca. Ni una improbable república de puro donjuanes o casanovas. Esa pasión que puede desatarse en cualquier  momento y en cualquier lugar, debería contenerse, controlarse, en momentos en que el país busca más bien emprendedores, cocineros u otra profesión con futuro. Y no engendradores a diestra y siniestra. Otra cosa no se nos ocurre luego de enterarnos que el 65% de niños, niñas y adolescentes(as) viven en situación de extrema pobreza. Las cifras son de la UNICEF y del INEI, y sobrecogen.

No puede ser verdad esa ingrata noticia, nos decimos como una reacción primaria, elemental, ante el dato pavoroso. En un medio tan divertido, tan sensualizado y tan carnívoro, esa extrema pobreza es un contrasentido.  Pero hay números, estadísticas. Y la alegre paternidad de tantos reproductores locales, tantos padrillos de dos patas que parecen competir en tener hijos, tantos padres y madres que engendran como un vacilón más, nos sale al paso con toda su carga de irresponsabilidad. Se acabaron las gratuitas bromas sobre tanta destreza en las artes del placer carnal. 65% de seres humanos nos dicen que debemos hacer algo contra ese anacrónico patrón de engendramiento. Eso para comenzar.

Para seguir en el combate frontal contra esa extrema pobreza de tanta gente de por acá, gente tan joven lo cual es más doloroso,  se debería dejar esas cosas absurdas. Abandonar, por ejemplo, el también anacrónico patrón asistencialista, bodeguero, regalador, con que la clase política, empresarial, dice luchar contra ese flagelo. Las rifas, los bingos, las comilonas, los objetos eventuales, no acaban con la pobreza. La agudizan. Esa cifra espantosa es un instante brutal en nuestra historia, una de esas horas feroces del que hablaba don Jorge Basadre.

1 COMENTARIO

  1. Queridos editores estas cifras publicadas son solo un saludo a la bandera, una mas de tantas, tuve la oportunidad de trabajar en la encuesta de hogares en el año 95-96, y ya se proyectan estos numeros aterradores de hoy no ha cambiado nada.
    Ahi empiezan las grandes falacias de los gobiernos de turno, hacemos estadisticas para medir los niveles de pobreza, para supuestamente saber quienes necesitan mas y que necesitan, y poder planificar, proyectar acciones para su bienestar.
    Esto se cumple? ahora mismo nos estan ofreciendo tantos programas sociales, seran autosostenibles o fenecera con el tiempo?.
    Si las autoridades tuvieran compromiso social, mas que carisma esta informacion no la archivarian, sino seria una fuente de donde broten acciones de verdadero desarrollo humano.

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