No había caído en la cuenta del tiempo que ha pasado. Hasta que mi amigo Rudy Jarama Chávez, desde Lima, me recordó que la promoción 1993 del Colegio San Agustín, cumplía las Bodas de Plata de egresados este 2018, el mismo año que un 30 de junio -de un miércoles que aún conservo en el recuerdo- de hace 25 años salió a las calles lo que comenzó como una manera libertaria de practicar el periodismo. Libertaria en la política informativa, se entiende. Porque la política editorial, siempre necesaria y vitalizadora, tiene su propia dinámica y genera las controversias que bañan las salas de redacción y los gabinetes de las autoridades de turno.

Y ese recuerdo a manera de revelación de uno de los Jarama Chávez me llevó a la memoria a otro de esa estirpe: Said Omar Jarama Chávez, el mayor de esa generación que han procreado Ferdinand y Nilda, ambos profesores que han llevado la docencia y decencia en las aulas y en el hogar como un apostolado. Vuelvo a Chichí, como le conocemos en todas partes.

Con él iniciamos la aventura de distribuir por calles y plazas lo que después Guillermo Flores llamaría “bitinto” por el verde y negro que le caracterizaba. Y aún se me nubla la mente cuando añoro el día en que -bien montado en la bicicleta- Said llegaba a la oficina de Putumayo entusiasmado porque la primera portada –aquella donde el acciopopulista Juan Checkley Iberico se refería a la gestión del alcalde de su partido Joaquín Abensur Araujo- había tenido tal repercusión que había desaparecido de los puesto que hasta los protagonistas de la noticia pugnaban por conseguir la hojita de dos páginas.

Y con él -Chichí- iniciamos en algún mes de un año remoto los campeonatos de exalumnos agustinos con el mismo espíritu que engendró el diario: divertirnos con la debida seriedad. Y será que por ello las celebraciones de los 25 años de circulación la hemos iniciado con un campeonato de fulbito y ahí es que hemos caído en la cuenta los años que llevamos en este cachondeo. Mucha agua ha recorrido por las redacciones. Harta emoción, innumerable pasión y, sobretodo, demasiada responsabilidad sin dejar de lado la diversión. Y de ambos hechos Said es un protagonista inigualable. Severo y tierno. Práctico y drástico. Ortodoxo y revisionista. Católico y tradicionalista. Enterado con una mente brillante para los nombres y las fechas, sobre todo cuando se trata de Alianza Lima. Pero también para el boxeo, como aquella vez que dejó con la boca abierta al mismísimo Emilio Laferranderie, “El Veco”, al darle datos del argentino Carlos Monzón que el mismo uruguayo no daba. No son palabras tomadas del viento. Para nada. Al escribirlas hago un ejercicio que nunca me falla: cierro los ojos y dibujo la figura del protagonista.

Este año que cumplimos 25 años, las Bodas de Plata, hemos querido iniciar con deporte. No sabemos con qué terminaremos pero lo que sea lo haremos con el mismo espíritu que dio vida a este periódico: ganas, diversión y vocación.