En un apunte postelectoral sobre las últimas elecciones en Perú recibí una apostilla del poeta Jorge Nájar que me decía que en mi comentario pergeñado había obviado como uno de los actores claves en la contienda electoral a las Cámaras de Comercio. Y no le faltaba razón, había hecho no ostensible a estos protagonistas. A partir del comentario de Jorge he ido reflexionando sobre estos actores políticos claves en la batalla electoral no sólo en el ámbito regional sino también en el nacional. Las Cámaras de Comercio se han convertido en la catapulta o cabecera de playa de muchas personas con aspiraciones políticas ya sea con su ciudad o su región. Pareciera ser que los representantes de muchas de esas agrupaciones de comerciantes, por su relevancia en la vida local y comercial, aprovechan la capacidad instalada de estas instituciones para hacerse conocer ante la comunidad. Esto no quiere decir que algunos presidentes elegidos no trabajen para fines netamente gremiales los hay, pero no todos. De alguna manera u otra, estas asociaciones han sido instrumentalizadas por el presidente de estas entidades para entrometerse en la vida regional y local – los costes de transacción también salen baratos para estos futuros candidatos. Recordemos que las Cámaras de Comercio e Industria en la Amazonía han tenido un papel protagónico en la historia de esos pueblos y ahora son un gran caladero de líderes políticos. Además, a las agrupaciones políticas una persona con cierto rodaje en la vida política institucional es un personaje por demás seductor y por lo general, los perfiles de estas personas son aquellas que creen en el libre mercado, han sido empresarios o empresarias de éxito (algunos de orígenes muy dudosos), así como profesan su fe en el libre mercado también son devotos, casi talibanes, de los beneficios tributarios para sus empresas, toda una macedonia ideológica que les viene a pelo.