Durante el presente año, la “joven” democracia de nuestro país está siendo sacudida por múltiples hechos que evidenciaron la debilidad de sus instituciones, por la susceptibilidad que presentan frente a redes de corrupción y la poca efectividad de sus sistemas y procedimientos de control. Quizá, es por ello que, el estreno a nivel nacional de la película “Caiga quien caiga”, que nos relata la historia de persecución y captura de Vladimiro Montesinos, tuvo gran acogida.

La película describe de forma muy simplificada la realidad política y social que vivíamos en el país a finales de los años 90, durante la caída de la dictadura fujimorista y la captura del ex asesor presidencial, quien cierra el metraje con las siguientes palabras:

“(…) ¿Tú crees que por capturarme esto se va a terminar?, yo no estaba solo (…)”

 Siendo que Vladimiro Montesinos fue capturado en Caracas el 24 de junio de 2001, ya habiendo transcurrido 17 años de ello, podemos decir que lamentablemente tenía razón; principalmente porque como sociedad no aprendimos nada de esa nefasta experiencia, puesto que el fujimorismo, sigue figurando en el espectro político nacional y nuestro Estado tiene un evidente déficit de su institucionalidad, lo cual se advirtió con los diversos destapes de corrupción que se vienen dando –agendas, audios, videos y negociaciones personales-.

En estos días, el fujimorismo comenzó una ofensiva para desestabilizar al gobierno del señor Vizcarra y sugerir indirectamente su incapacidad para gobernar por haber ocultado que sostuvo dos reuniones con la señora Keiko Fujimori, a lo cual el presidente, habido de la popularidad ganada por las propuestas dadas en su mensaje del 28 de julio, respondió en un primer momento haciendo mea culpa por mantener en reserva, por pedido de la señora Fujimori, las reuniones dadas, pero durante la ceremonia del 89 aniversario de la reincorporación de la patriótica Tacna al Perú –en el monumento a Miguel Grau y Francisco Bolognesi– el presidente enfatizó que llevará adelante la reforma política y del Poder Judicial para combatir a la corrupción, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, pues no lo doblegarán, que hagan lo que quieran o lo que puedan, ya que no podrán contra el pueblo peruano.

Sin lugar a dudas, el presidente tomó una posición muy valiente al enfrentar a su oposición, pero es menester recordar que lo primero que debe pretender modificar para reformar nuestra gestión pública es su sistema de control, el cual es casi inexistente, porque si no se logra hacer ello, las palabras de Vladimiro Montesinos seguirán vigentes y la redes de corrupción seguirán buscando sus caminos para desestabilizar al Estado y mantener intereses particulares por encima de los intereses ciudadanos y la generación de valor público.

Miguel Angel Rojas Rios

Abogado

Maestrando en Gobierno y Políticas Publicas

rojasr.miguel@pucp.edu.pe