La segundilla

por Moisés Panduro Coral

La política debe humanizarse, cierto. Eso es lo que pensé cuando salí de una entrevista en un canal local. La cita fue pactada para conversar sobre política y al final terminamos hablando de temas que parecen intrascendentes y que, sin embargo, nos ayudan a ser mejores si lo retroalimentamos para extraer la energía vivencial que requiere superar esos momentos que nos parecen difíciles, pero que caminando los años, nos parecen gratos. Precisamente algo de eso recordé en dicha entrevista que además acabo de incorporarlo al borrador de mis memorias. Me disculpan si el lenguaje que empleo al escribirlas no es usual, pero se trata de eso. De memorias, en las que no se puede dorar la píldora al escribir las cosas tal y como las percibimos.

 “Con el cuerpo recostado sobre la pared externa del comedor universitario un grupo de muchachos que no han tenido para pagar su pensión esperan con ansia que esos cinco minutos que distan entre la formación de la fila y el cierre del horario de atención a los comensales pasen de prisa. Qué curioso. Cuando estás dando un examen del que estás consciente que sabes las respuestas, pero no te acuerdas, quieres más bien que el tiempo se detenga. Lo peor viene cuando miras tu reloj y faltan cinco minutos para que termine la prueba, e increíblemente, te das cuenta que el profesor ya está recogiendo las dichosas hojas de respuestas.

–       Un minuto más profe, está un poco tranca, se atreve el más grandazo del aula.

Y él igual sigue recogiendo las pruebas.

–       La hora es la hora, muchachos, ésta es la universidad, no es su cocina para que terminen la hora que quieran.

Y los muchachos sentados todavía en las carpetas en silencio: este huevón no ha sido estudiante, qué se cree carajo!.

Y el profe sigue recogiendo las pruebas

En lenguaje mudo, los muchachos le recuerdan la madre al barrigoncito éste que ha venido a fregarles la vida. El profe toma su maletín, guarda las pruebas dentro de él y antes de salir por la puerta dice:

– Por si acaso, la recontra a todo lo que han dicho.

Pero en la segundilla del comedor universitario esos cinco minutos sí que son eternos. Esperar cinco minutos de pié, en fila, y con las tripas en marcha de protesta, ésa es la parte mala de la segundilla. No es que te miren ahí y medio mundo piense, pucha que este huevón no tiene ni para pagar su pensión del mes. Son las tripas que blasfeman de un cuerpo, del que no se sienten parte, a la hora de tragarse el hambre.

Y por fin llega el momento esperado. Una de las puertas enrollables se cierra. Los muchachos pasan raudamente por la barra del comedor como si se tratara del último tren de la tarde y llenan las charolas con todo lo que ha sobrado. Y se sientan en la mesa en un acto gastronómico que tendrá un tiempo no mayor de cinco minutos. No importa. Lo que importa es llenar y entrenar el estómago, nos dice don Regner, el administrador del comedor universitario”.

Ahora lo recuerdo. Don Regner, ése personaje extraordinario de mi adolescencia universitaria que un día me dio una palmada en el hombro y me preguntó de dónde era y si me interesaba una bolsa de trabajo de la Oficina de Bienestar Universitario mediante el cual yo debía laborar por horas en el comedor a cambio de comida, me dijo un día mientras secábamos las charolas, que no existe político honesto. Y si yo aspiraba algún día a serlo tenía que entrenar el estómago para no vomitar con toda la cochambre de vicios, taras y negociados que iba a encontrar en mi camino.

Ha fallecido hace ya unos años don Regner. En el tiempo en que yo hice segundilla era el administrador del comedor universitario, pero el revanchismo ruin que mancha la política le hizo terminar sus días como carpintero.

El siempre tuvo la razón en cuanto a su percepción de la política. Pero creo que mi estómago está muy bien entrenado.

2 COMENTARIOS

  1. LOS QUE TUVIMOS LA ESPERIENCIA DEL ARTICULISTA CUANDO ERAMOS ESTUDIANTES SABEMOS LO QUE ES EL HAMBRE CRONICO CARAJO, QUIEN LO PASO NO SABE NO OPINA

  2. Como buen aprista es usted un buen florero. Bueno QUE DESCUBRIMIENTO acaba de hacer usted cuando dice: «la politica debe humanizarse».Se nota que su estomago está preparado para cualquier cosa menos para la politica.
    La politica desde sus inicios tiene ese principio y se debe a ese principio porque nace como instrumento del Estado para servir al pueblo, para hacer del hombre un ser digno osea para humanizar. Usted recien descubre esa cualidad de la politica y de seguro su jefe maximo todavia no lo sabe. Usted tiene cualidades para ser un buen novelista, poeta, cuenta cuentos; de politica no sabe lo mas elemental.
    Bueno, cada pueblo tiene el gobernante que se merece.

Los comentarios están cerrados.