Agenda de la población indígena

Moisés Panduro Coral

La agenda temática de la población indígena es amplia y es difícil que pueda abordarse en un solo debate político, menos si éste se da en un contexto electoral donde los exabruptos e intolerancias abundan porque se cree equivocadamente que quien lleva su portátil para que le aplauda representa la mejor alternativa, es el más fuerte y tiene la preferencia del pueblo, mientras que el que es abucheado o pifiado por la misma portátil no representa alternativa. Particularmente, cuántas veces he asistido a un debate he preferido irme solo. Se ve mal que un político lleve gente para que le hagan la bulla y le brinden los aplausos que es incapaz de levantar con sus propias ideas. Lo ocurrido hace un par de días en un debate convocado por organizaciones indígenas que finalmente se frustró han venido a demostrar cuan limitados andan algunos movimientos regionales en lo que respecta a cultura política y tolerancia democrática.

La temática planteada para dicho debate es muy específica. Es entendible ello debido a  que las poblaciones indígenas quieren escuchar propuestas específicas respecto de los temas de salud, educación, modelo de desarrollo y participación política. Sin embargo, la especificidad de la problemática indígena es tan vasta que al tratarse de esa manera derivará inexorablemente en un recuento extenso de soluciones particularizadas y exclusivas. Por ejemplo, si se habla de la salud en comunidades indígenas no podremos hablar de una salud indígena en general, porque el concepto de salud se relativiza y tiene un significado diferente para cada etnia según su identidad, su lengua, su entorno, su patrón poblacional, sus creencias, su relación con la naturaleza.

Igual sucede con el tema educativo. Hace un par de décadas el término de educación bilingüe fue modificado por el de educación bilingüe intercultural. Entendimos mejor la necesidad de afrontar el tema educativo desde varias perspectivas cada una de ellas legítimas según la diversidad social de las comunidades indígenas. Cuando tuve el honor de ser profesor invitado en la Escuela de Educación Bilingüe Intercultural de la UNAP notaba que el interés y la aprehensión de los estudiantes en los cursos variaban según la etnia de la que procedían. Y es que el aula, los cursos y, posiblemente, el profesor también, de manera involuntaria o tal vez por falta de entrenamiento en educación intercultural, debo reconocerlo, buscaban homogenizar conceptos, conocimientos, procedimientos y prácticas tecnológicas que requerían de un tratamiento más fino y más específico.

Pienso, por ello, que hablar de un único modelo de desarrollo para comunidades indígenas también es un poco atrevido. No creo que sea adecuado definir y diseñar un único modelo de desarrollo para toda la población indígena. A la diversidad social, hay que sumar la diversidad de aspiraciones e intereses que varían no sólo de etnia a etnia, si no de comunidad a comunidad, dependiendo del territorio en el que se ubiquen y del grado de interacción entre ellas y el occidentalismo que desde la sociedad mestiza nos empeñamos en afirmar, más aún en estos tiempos de cambios velocísimos que caracterizan la post modernidad globalizada.

Otro tema de mucho interés es la participación política de las poblaciones indígenas. Yo respeto a quienes piensan que la autoexclusión o exclusión forzada o voluntaria de sus miembros de participar en organizaciones políticas formales, es la mejor garantía  de mantener la pureza del movimiento indígena, más es una apreciación que no comparto. En mi recorrido como funcionario público y como dirigente político he encontrado simpatizantes apristas en muchas etnias. Cómo han llegado al aprismo, lo sé sólo en algunos casos, pero ese hecho dice mucho de su interés por participar en política sin perder su identidad como ciudadano o ciudadana indígena. Aunque es cierto también que muchos pueden haberse distanciado por los sucesos trágicos de Bagua originados, en mi opinión personal, no sólo por una falta de comunicación, sino por un comportamiento poco atinado de funcionarios del gobierno en la solución del conflicto, por la ruindad revanchista de grupúsculos antisistema y por esa percepción escasa que todavía tenemos la gran mayoría de peruanos de que nuestra patria es multicultural y sociodiversa.

Me permito finalmente plantear una agenda macro para el debate que de todas maneras tiene que darse: a) Ley de consulta a los pueblos indígenas, b) incorporación de las poblaciones indígenas a la estructura productiva del país; c) Cumplimiento de la legislación que establece un porcentaje del canon petrolero para la ejecución de obras en comunidades situadas en áreas de explotación petrolera; d) Manejo transparente y eficiente de los recursos de cooperación internacional que tengan como destinatarios a las comunidades indígenas, y e) Revaloración de la cultura ancestral y sus aportes a nuestra identidad cultural.

Ojalá también debatamos sobre estos temas.