Así no. Cuando se cierra en falso los procesos se generan heridas abiertas. El caso español de la transición que en su momento fue mentado como paradigmático adolecía con el paso del tiempo de justicia hacia muchas de las víctimas. Ignoraron juzgar a los responsables y trataron de cercenar ese momento de la historia del país. Un momento que requiere de reflexión sin polarización política porque casi siempre gana la desmesura, el insulto, el reconocimiento de su interlocutor. Esta estrategia implantada por los que hicieron la transición en España funcionó un tiempo pero después se fueron reventando las costuras. En el ámbito de las víctimas se observa que muchas todavía siguen peleando para saber el destino de sus antepasados que están en fosas comunes en todo el territorio de este reino. Las tensiones territoriales acosan al estado español donde propios y extraños no se sienten a dialogar. El modelo de Estado necesita ser pensado. Es decir, que la transición ha debido seguir haciéndose estos cuarenta años, lo dicen personas de diferentes trincheras. Con estas lecciones a la vista, la clase dirigente peruana no ha aprendido nada de la experiencia comparada. Luego de ser sometido por el Congreso con la amenaza de vacancia del presidente de la República, este negoció, a última hora, el voto de unos congresistas el indulto humanitario de un expresidente que fue sentenciado por delitos de lesa humanidad y corrupción. Todo esto a vista y paciencia de todos y todas. Era gráfico ver a tres tertulianos haciendo piruetas verbales, en un diario de circulación nacional, sobre la vacancia al presidente de la República mientras se negociaba el indulto ¿así de ciegos fungen de comentaristas políticos? El resultado de esta mediocre teatralización del poder tenemos a un país dividido y donde la palabra reconciliación ha sido malbaratada. Así no.

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