La congresista Alejandra Aramayo es fruto del voto de tropa. El lugar preferencial en la lista Fujimorista le hizo acceder a un escaño en el Congreso de la República en representación por la región de Arequipa. Cómo sucede en las últimas elecciones, el arrastre del grupo político con bastante expectativa genera por lo menos un escaño.

Eso sucedió en Arequipa, pues Aramayo Gaona no tenía una representación legítima ni socialmente aceptable como para poder ofrecerla al Fujimorismo. Lo que sí tenía es una incondicional lealtad al grupo que le dio la oportunidad de ser conocida. Es lo que puede estar pagando ahora que ha salido a la palestra proponiendo un proyecto de ley que impediría a los medios de comunicación tener entre sus directores o editores a personas que estén siendo procesadas por supuestos casos de corrupción.

Extrañamente, pero no gratuitamente, viene de alguien que ejerció el oficio con muchos cuestionamientos de presunta extorsión en su ciudad natal Puno de dónde emigró a Arequipa con su familia como cientos de miles que lo vienen haciendo hace décadas. En su momento se quiso interpretar – como además sucede con muchas autoridades locales en la ciudad Blanca – que podría significar la representación genuina electoral de ese grupo migrante que hace desarrollar con sus bemoles a la región, pero desde un primer momento, Aramayo Gaona levantó la pierna y encendió el debate verbal cuando en su momento quiso ser electa alcaldesa de Arequipa por el PPC, partido que la defenestró en un santiamén.

Buscaba un espacio pero no tenía dinero ni grupo que la apoyara en su oportunista vocación política. El Fujimorismo, de la noche a la mañana la arropó y ahora parece que quiere pagar con creces esa “confianza”, pero dudo que sea genuina. Todo parece indicar que el globo de ensayo de amenaza a ciertos medios de alcance nacional requiere de una kamikaze de lo que puede venir más adelante. O preparar el terreno, ablandarlo políticamente, para dar el zarpazo legal que requiere el Fujimorismo para hacerse de las elecciones en el 2021, sino es antes. Y una figura perfecta para esta jugada política es Alejandra Aramayo.

Si ingenuamente se la creyó o pensó que en realidad el golpe y el rédito político la podría dar ella, está por verse, pero algo es cierto, detrás de su locuacidad extrañamente encendida ante el micrófono no hay nadie que la ampare, sino su ego. Y los propios fujimoristas me imagino que la deben ver como la extraña invitada que les hace un favor eventual y esperan el mejor momento y el desgaste oportuno para devolverla a su realidad.

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