Amazónico soy

“Ésa es mi relación con la Amazonía, aquí está la explicación”, exclama de un momento a otro Chema mientras cruzamos el puente Calatrava y apreciamos el recorrido de las aguas de La ría. Ya estamos en Bilbao, donde uno tiene que salir con paraguas porque la llovizna es persistente y las gotas son más grandes que las acostumbradas. Y todo río provoca añoranzas, más aún si uno es amazónico y desde el vientre se impregna lo ribereño por las venas. Ahí está la explicación de la amazoneidad de Chema.

Porque este periodista, vasco de nacimiento, peruano por decisión y amazónico por convicción se ha convertido sin querer queriendo en un abanderado de la selva. Un promotor de todo lo que tenga que ver con Amazonía y aún antes de ser nombrado como “Caballero del Amazonas” ya había descubierto que esa parte enorme y olvidada del país tiene que ser conocida como paso previo a lo que podría decirse desarrollo. Tenemos la mayor extensión territorio, albergamos las zonas más productivas de la biodiversidad y poseemos reservas minerales que ya otros quisieran aprovechar. Todo esto lo repite en foros y tertulias.

Porque, valgan verdades, la Amazonía es un mundo por descubrir. Los peruanos no lo han hecho todavía y los que intermitentemente llegan a la selva creen que encontrarán a Tarzán no solo semidesnudo sino una Jane dispuesta a todo y una Chita más dañina que juguetona. Si eso piensan los costeños y serranos ya se imaginan lo que somos para los extranjeros. Es más, ni siquiera contamos muchas veces. No sorprende, por ejemplo, que a toda página en uno de los diarios más importantes de España se promocione Perú como destino turístico y sea Arequipa y Cusco las ciudades mencionadas. Aquello de maravilla natural del mundo aún no ha llegado a la mayoría de agencias de viajes. Es una tarea pendiente.

Así como Chema habrá miles de personas que siendo ribereños de  origen han encontrado en la Amazonía un lugar de añoranza que la quieren mezclar con difusión, valoración y, sobretodo, respeto hacia quienes la habitan. Y ya es tiempo de juntar esas voluntades y después de unos años sean los nuestros quienes cosechen lo sembrado. Recorriendo cualquier pueblo de Europa, saboreando las comidas pesqueras que ofrecen, bebiendo el licor tradicional con el que brindan y sabiéndose más amazónico que nunca uno puede distinguir que hay en Chema un origen ribereño que se ha transformado en amazónico. No por gusto el documental que hizo como primer trabajo cinematográfico lo llamó “Amazónico soy”, por los personajes que allí aparecen y que tendrían que ser los protagonistas de una campaña de identidad sino –principalmente- porque con ello José María Salcedo decía a quienes tenían o tienen oídos para escucharlo: Amazónico soy.