Por: Gerald  Rodríguez. N

Es triste y lamentable saber que vivimos en una país, donde parece que al decir que tenemos una de las siete maravillas naturales del mundo, este título solo es orgullo de unos cuantos, de los que siempre cuidaron de la naturaleza y de los ríos, y que nos queda grande este título, cuando están primeros los intereses empresariales, antes que de quienes protegen la naturaleza.

El derrame de petróleo, la contaminación al ecosistema y a la biodiversidad amazónica, el daño irreversible que está causando la empresa estatal del petróleo del Perú, parce que no causa ningún daño a la conciencia de quienes no nos sentimos afectados, pero que a la corta o a la larga, sus consecuencias nos caerán de taquito.  La lucha de los pobladores perteneciente a las cuencas, Corriente, Marañón y Tigre, y el obstaculizar el paso de las embarcaciones por el río, y después de las mil mentiras del Gobernador Regional, Fernando Meléndez a estas comunidades en el inicio de su lucha, aumentó la desilusión de una pronta solución, más aun después que un grupo de representantes del ejecutivo haya llegado hasta el lugar para negociar la lucha, cuando se sabe que los daños son irreversibles, y que después de esto, la poblaciones que viven de lo que les da la naturaleza, ya no lo podrán hacer más, marcando una viva marca al desinterés el cuidado y conservación de nuestra riqueza amazónica.

Y es que pedir: Seguridad integral en la actividad petrolera, en los Lotes 192 y 8, como en el Oleoducto Norperuano; Cambio del Oleoducto; Revisión del Contrato de Pluspetrol Norte; Remedición urgente del Lote 192 y Lote 8; Aprobar o crear una ley de monitoreo ambiental; Compensación del Estado a los pueblos indígenas afectados por la contaminación petrolera; El establecimiento de una comisión de la Verdad, es que para el ejecutivo caprichos que responden a intereses personales de comunidades que se oponen a la extracción de petróleo, y a Ongs, que manipulan  a estas comunidades que van más allá de otros intereses, entonces, ¿cuál es el Estado que deber cumplir y hacer cumplir la constitución política, que ordena  preservar, cuidar y defender la vida? ¿Acaso nuestro Estado, es un Estado fantasma para que sea difícil cumplir con eso?  No creo que cuidar la vida, la naturaleza, conservar la biodiversidad, el pasado ancestral, la casa de estos pueblos sea un interés caprichoso y obstaculizador para que el gobierno se niegue ir hacia esas comunidades y atender y comprometerse a recibir sus reclamos y ver el daño que Petróleos del Perú está ocasionando. Si para el ejecutivo, el desarrollo, la extracción del petróleo, es más importante que la misma vida de estas comunidades, ya que el atender siempre los intereses de las empresas petroleras y mineras, será en el Perú, todo un negociazo.