Las imágenes disipan cualquier duda. Acallan cualquier especulación o argumentario inútil y malsano. Mientras unas personas nadaban para alcanzar la orilla, otras desde la orilla [de la civilización] enfundando armas disparaban contra ellas, o muy cerca de ellas, y cuando tocaban la orilla casi exhaustos los levantaban en peso, sin prestarles ayudas, y los llevaban “en caliente” a la frontera de Marruecos. Te quedas espantado. Dices, no puede ser tremenda falta de empatía, de compasión, de negarse a reconocer que el otro sufre. Es la frontera entre España y Marruecos. Que historias habrán por allí, en esos campos donde habitan personas con la ilusión de llegar al suelo europeo y cuando pisan los tratan como si no fueran personas. A pesar de todas estas imágenes, el gobierno cuyo ministro es un devoto hombre religioso que se opone al aborto porque dice que atenta contra la vida pero cuando suceden estos hechos con personas se queda mudo, sin argumentos y se olvida alegar que en las personas que intentan cruzar la frontera como pueden también está por medio la vida humana. Y en lugar de asumir su error, estos memos siguen machacando que ellos cumplieron con la legalidad, pero no es sólo cumplirla si no que esta no afecte a las personas más en situación de vulnerabilidad, la vida ante todo. Seguro que será por eso que la Defensora del Pueblo ha indicado, sí bien es cierto que se cumplió la ley pero no fue prudente disparar contra esas personas indefensas. Los ha dejado en evidencia con sutileza. Aquí la prensa y autoridades con aliño racista y para deshumanizarlas a los que quieren cruzar la frontera las llaman inmigrantes, es la envoltura (con toda la carga negativa que pudiera tener y tiene esta palabra) para no señalarlos como personas. Que mal vamos. El mar se ha convertido en el almacabra de muchas voces.

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