Hace unos días se publicó unas preguntas hechas a escritores y escritoras de la Amazonía que abarcaba aspectos sobre el tiempo invertido de quien escribe, y aspectos colaterales se refería también al entorno. Teniendo en cuenta un medio tan hostil con el libro como es la floresta en Perú. Puede verse en: https://notasdenavegacion.wordpress.com/2018/02/02/se-vive-para-contar/ y en el diario Pro y Contra- no sé por qué razones en el diario daba la impresión que detrás de la crónica publicada había un ferviente deseo de hacerla desapercibida, quiero pensar de buena fe y se debe a cuestiones de espacio. Las preguntas que se plantearon fueron: ¿Cuánto cuesta la hora de trabajo de un escritor o escritora?, ¿Cuánto gasta él o ella en sus horas de trabajo? Dando un marco de contexto que en la manigua de Perú no existe un mercado de consumo del libro, este es nulo e inexistente. Me quedo con la imagen dicha por el poeta Jorge Nájar, uno de los entrevistados, que la distribución de los libros es como de aquellas personas que ofertan “juanes y patarashcas” en los mercadillos – sin el ánimo de ofender a esos dignos vendedores, claro está. Esta es una realidad que no podemos negarla. Lo interesante es que la mayoría de quienes respondieron a las preguntas contestaron dando cifras y muchos, con asombrosa precisión suiza o peruana, llegaron a cuantificar las horas invertidas en la escritura. La primera sensación es que aquí hay una brecha entre lo que piensa el escritor o escritora y el contexto hostil en el cual se desarrolla. La primera conclusión es que no hay un vaso comunicante, están desconectados entre quien escribe y el mercado editorial. Las horas invertidas en escribir un texto no se corresponde con el precio del libro que pueda obtener el escritor o escritora. El editor tampoco puede poner precio porque simplemente el mercado del libro no existe en la floresta. Es puro y duro voluntarismo de quien escribe, de quien edita, de quien lo distribuye, de quien lo compra. En son de broma me comentaba un amigo que parecía un estadio precapitalista de la economía. Las entrevistas han sido interesantes, ha sido pulsear como anda el camino que tampoco está para tirar cohetes.

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