El fugaz visitante

El mandatario Alan García Pérez, pese a su voluminosa estampa fruto de sus astronómicos y opíparos banquetes palaciegos que pagamos todos los peruanos y peruanas, es un hombre veloz. En un certamen de carrera de fondo se impondría por varios pescuezos de ventaja. No dudamos de lo que escribimos hoy sobre el líder que reinventó aquello del perro del hortelano para referirse a los oriundos selváticos, pues acaba de demostrar que vuela raudo, va muy de prisa. Sobre todo cuando visita esta plaza iquiteña. En forma fulminante, sideral, acaba de estar por acanga y no demoró mucho. Vino y se marchó al toque. No acababa de llegar y ya se fue.

Cronómetro en mano, nadie podría calcular cuánto tiempo estuvo el mandatario Alan García por estos prados hortelanos u horticultores.  Pero anduvo por aquí este lunes como quien no quiere ser visto, como quien tiene prisa. Y dicen que hizo esto y lo otro. No nos cabe duda de que sea cierto. Tampoco dudamos de que esa rapidez en venir y marcharse no es gratuita. No es que la agenda presidencial tenga tanto compromiso ineludible. Sucede que el mandatario no tiene nada importante que inaugurar por estos pastos. Nada importante como las obras que inundan la horrenda Lima o la misma Costa. ¿Para qué iba a quedarse un minuto más?

El fugaz visitante gobernó a espaldas de la maraña del Perú. Repitió el recetario de siempre, el viejo manual centralista donde la espesa selva es un patio trasero. En vez de obras de envergadura, García Pérez buscó subastar las riquezas de la fronda. Su última hazaña tiene que ver con abrir el mercado nacional para los productos transgénicos, sin invertir en el agro peruano o amazónico. La oposición local a la sospechosa Monsanto y compañía, debió ser otra razón para que el voluminoso mandatario se fuera más rápido que inmediatamente.

1 COMENTARIO

  1. …y encima, jodiendo la vida -para variar- a algunos vecinos de Rumococha (por lo de las casas descuajeringadas con su helicóptero)…

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