La noche de los mashos

Destacan que cuentos de loretano fomenta lucha contra las drogas.

Sugieren que la obra forme parte del programa de desarrollo alternativo de USAID.

La noche de los mashos

Iquitos (Interlínea).- A las seis de la mañana de un día lluvioso de agosto, un cadáver amanece en una calle de Belén, abrazado por una anciana que lo amortaja, afligida por el asalto que sufrió su hijo, pero a la vez agradecida por el milagro de que Dios lo liberara de diez años de drogadicción, después de haber sido un niño ejemplar, un comerciante informal cumplidor con su familia, quien cayó en el vicio frecuentando los bares y cediendo a las invitaciones de amigos.

Historias como esa, recogidas del libro “La noche de los mashos”, de Juan Soregui Vargas, conmueven a quienes lograron acceder a algún ejemplar de sus dos ediciones, con circulación muy restringida pese a que hace unos años fue incluida entre las obras regionales de lectura obligatoria en los centros educativos.

Juan Soregui en la plaza de Armas

Los relatos truculentos que recrea el autor, como la del drogadicto y alcohólico que sostiene relaciones sexuales con una mujer en una oscura covacha sin saber que era su madre, quien al darse cuenta del incesto asesina a su hijo y luego se suicida en las aguas del Itaya para librarse de su vida miserable, han recibido comentarios favorables de especialistas que consideran que es una forma didáctica y realista de combatir la drogadicción en sectores de alto consumo, como en el bajo Belén, en Iquitos.

Es así que la directora ejecutiva del organismo no gubernamental Ciudad Saludable, Albina Ruiz Ríos, consideró que la obra, al abordar en forma sencilla una temática tan cruenta, puede fomentar la lucha contra las drogas entre los niños y jóvenes no solo del Perú sino del mundo.

“Leyendo ‘La noche de los mashos” me imaginaba los rostros de las personas que se describen y pienso que debería adaptarse al teatro, a la radio y que la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos de Norteamérica (USAID) fomente su publicación desde su programa de desarrollo alternativo, pues realmente llega y toca”, enfatizó Albina Ruiz en una comunicación dirigida al autor.

En el epílogo de la obra, el docente Ernesto Lozano Iglesias confiesa que su lectura le causó “sentimientos encontrados, como tristeza, piedad, rabia, asco, pero principalmente alegría por no estar en las situaciones en las que el autor ubica a sus personajes”.

Según Soregui, los casos fueron recogidos de una comunidad terapéutica de Iquitos, quienes se sobrecogían y hasta vomitaban tras cada testimonio de sus miembros. “Pero es necesario, aunque doloroso, contar lo sucedido para  palpar con la mente y el corazón despejado, el horror del submundo de la drogadicción”, dice Soregui, esperanzado en conseguir respaldo para una tercera edición de “La noche de los mashos”, como lo sugiere la directora de Ciudad Saludable, Albina Ruiz, ganadora de varios premios internacionales por su labor para el desarrollo sostenible en varios pueblos del Perú.

PUNTOS SUSPENSIVOS

  • “Mashos”, vocablo regionalista para mencionar a murciélagos o vampiros.
  • Comentarios similares ha recibido su obra “Voces interiores” (2003), sobre la cual la comunicadora de la Universidad de Montana (EE.UU.), Martha Rocío Alvarado, dijo que es una forma acertada de exteriorizar cultura amazónica, conjugando magia, mito y realidad.
  • Otro libro por editar de Soregui es “Poemas entrañables”, entre ellos “Segunda plegaria”, en cuyos versos ruega: “Dios mío,/haz que tu santo nombre/no sea usado/por periodistas, religiosos,/políticos y autoridades/para engañar al prójimo/y ganar poder/y dinero”.

1 COMENTARIO

  1. Mis felicitaciones a Juan Soregui. No es lo mismo machacar a todas horas la misma cantaleta para que un adicto se aleje de la enfermedad de las drogas, que usar el medio literario, la descripción de los personajes, las escenas de violencia física y moral, la creación de un clima contundente que pesa en el ánimo de los lectores y tantos otros recursos que tiene un escritor para ir permeando el mundo interior del enfermo y de quienes pueden y quieren ayudarlo en una lucha que, o es colectiva o es una derrota más.

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