COLUMNA: PIEDRA DE SOL

   Por: Gerald  Rodríguez. N

 

 

¿Qué es lo que se hace para que nuestros estudiantes fracasen en la escuela?, no es que el estudiante fracase, sino que el enfoque educativo está mal planteado, el concepto de cómo se lo concibe a la escuela, qué es lo que se debe enseñar y cómo lo debemos hacer, tal vez  sean preguntas que no se están tomando en cuenta y que lo que se está concibiendo es el mismo concepto que nos está llevando al fracaso, pura concepción básica.

Esta concepción arcaica que se sigue concibiendo de la educación parte por tener al frente maestros dictando clase en un tablero, ajeno a la realidad del estudiantes, y estudiantes llenos de aburrimiento, planeando de que manera “hacerse la vaca” y escapar de aquellas cárceles que se los llama escuelas, donde no se aprende de otra manera que repitiendo siempre lo mismo, callado y obedientemente, una realidad que no existe en el mundo exterior.  El enfoque se centra en el desarrollo curricular y no el integral, centrado en los propios contenidos y no en el desarrollo personal del ser humano, focalizándose el trabajo solo en algunas áreas con la cual el niño no puede desarrollarse completamente. De otra manera, solo importa los conocimientos formales, parcializando el conocimiento que responde a un currículo parcial.  Se sigue  pensando que un número, que una escala estandarizada, define el tipo de persona que se puede ser, olvidándose que cada persona es un ser único. Frases como: “Tú eres excelente” y  “Tu eres mediocre”, crea  el conflicto de competividad, dejando de educar para la paz y educando para el conflicto a partir de la competividad, del individualismo, creando discriminación, violencia y yendo en contra de los valores de la cual la educación se llena de honores, como igualdad, paz, cooperación, solidaridad, que también  son solo contenidos en el currículo y no una práctica que se debe convertir en real, observable y significativa.

Nos olvidamos de quien es el estudiante, para solo interesarnos a que se aprenda los conceptos de matemática y de otras materias, sin importarles su personalidad real, su vida en sí.  La expresión de todos los lunes es la misma, “detesto ir a la escuela” y lo peor es que no solo lo dice el estudiante, también lo piensa el maestro, que gana poco y que se esfuerza más de lo que gana. Y seguro que no quiso ser maestros aquel individuo que reniega de dicha profesión, sino que es eso lo que el estado le ha permitido según sus condiciones de vida de la cual provino. “Se hace lo que se puede”, es la frase más común de un maestro que ve que sus estudiantes fracasan, a quien no le importa lo sentimientos de los estudiantes porque en su formación tampoco  le hablaron de eso, solo de contenidos a desarrollar y nada más. Entonces la escuela es una cárcel donde se pone guardias vigilantes para que los niños estudien, haciendo cada vez muros más altos, para aislarlo de la realidad, negándoles un lugar de crecimiento personal.