Cuando salgo fuera del Olmo me topo con el sonido del mismo soul que suena en diferentes playas y plazas en muchos continentes. Son notas tristes y de indignación. Son apostillas contra el poder que cada vez es más ciego con la mayoría más pobre. En estos tiempos gana la ostentación, el mirarse el ombligo o en el móvil. La desigualdad importa poco. El verso solidario de César Vallejo se vuelve utópico, vacío, en estos tiempos huérfanos. Pero se resiste a través de este soul. Ojalá que a la música y a las palabras el poder no las contamine, que se resista. Mientras estaba en Brasil veía por la tele las noticias políticas me encuentro que un pastor de una iglesia retrógrada ha ganado una alcaldía en Río de Janeiro, uno se queda con cara de extrañeza. Luego, cuando hablas con algunas personas te dicen que el presidente Temer, para una gran mayoría, ha dado un golpe de estado camuflado y todos, incluida la fuerza mediática, lo han silenciado. Son noticias que desalientan pero es donde ese soul que recorre el mundo suena con más fuerza. Infelizmente, el Nobel peruano de Literatura a estos brotes contra el establishment llama a esto una suerte de ciudadano rabioso (obvia claramente a las mujeres). Y da fe de esa rabia a los movimientos que son de su cuerda como Venezuela, el mismo Brasil de Temer y de otras cuencas geográficas; su ponderación pidió en este acápite pidió permiso. En España al movimiento, de jóvenes y no tan jóvenes, del 15M que se alzó contra la clase política (que muchos de ellos son muy amigos del Nobel) los mira con desdén porque según él traen ideas retrógradas. Como siempre nuestro Nobel en política siempre patina ¿acaso él tiene el patrimonio del progreso? Pero al margen de esa valoración Vargas Llosa se apoya en una emoción muy ligera y no usa una palabra que grafica mejor esa emoción en términos de justicia que es la indignación. La indignación tiene más hondura que una rabbia, que un enfado porque la rabia la tenemos todos los días y se nos pasa. En cambio, la indignación es una emoción más duradera, consecuencia de ese sentimiento de injusticia de lo que se percibe, por ejemplo, el movimiento de los sin techo en diferentes partes del mundo, o el de las Plataforma de Afectados de las Hipotecas en España o los indígenas que protestan contra los derrames de petróleo en Saramurillo, Loreto, Perú. Lamentablemente, el Nobel de Literatura en lugar me meter el dedo en el ojo se ha propuesto agradar a los poderosos. Es parte de la letra que denuncia el soul de los indignados. Ojalá que la letra del soul de los indignados sea un coro.

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