Viendo las redes sociales uno concluye que la gente en general está deprimida con el 2016. Para muchos la muerte de íconos de la música y el cine este año ha sido devastador y quieren que se termine de una buena vez. En realidad todos los años muere gente y obvio que dentro de esos números hay artistas de los conocidos y no tan conocidos. A algunos les toca unos más que otros.

Otros se lamentan que en términos de los conflictos internacionales las muertes y asesinatos por diversos factores no se han alterado en los últimos años. Sólo han cambiado de escenario geográfico si antes eran Irak o Israel hoy son los mismos escenarios sólo que cambian unos paralelos más y Siria se ha convertido en la indignación de una lucha sin cuartel pero con religión como justificación. Eso tampoco ha cambiado como para lamentarnos del 2016.

Ya en lo nacional, la comprobación que este gobierno ha sido capturado de una manera tan natural y cotidiana y como parte de un gran libreto que parecen obedecer nuestros políticos, es una de las excusas que esgrimen aquellos que dicen que el año se debe acabar de una buena vez porque no hay nada más malo que ver que las esperanzas se diluyan en un presidente que no da la talla y se resigna a los designios de siempre. Pero valgan verdades, era totalmente previsible.

 Antes de ser electo lo más probable era que ese iba a ser su sendero. Tal vez duele las esperanzas rotas de algunos que creyeron que sería la diferencia, tal vez por eso se lamentan del 2016, pero todos los años, todos los lustros sucede lo mismo. Qué la economía se mantenga estable puede ser el indicador para que el 2016 sea considerable como buen año, depende del ángulo con que se vea.

Lo que nunca dejará de ser un lamento o no debiera serlo es la evaluación personal. Porque a cierta edad consideras que las cosas ya están establecidas de tal modo que el romanticismo rebelde se te apaga como si fuera una llama en extinción. Que los valores macro están predestinados a aplastarnos y cierta resignación invade nuestra personalidad, esa nube no borra el ámbito personal, lo micro porque ahí siempre encontraremos un resquicio para saborear la vida: la familia, el amor, la tranquilidad, la paz interior y el amor nuevamente pueden ser el motor que mueva otra vez el próximo año. Felicidades.

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